La imagen que define la reunión de Oasis no es el abrazo, sino el gesto calculado. El 4 de julio de 2025 en Cardiff, Liam y Noel Gallagher entraron al escenario tomados de la mano, un símbolo para las cámaras. Pero durante las dos horas siguientes, apenas cruzaron miradas. El guitarrista Paul "Bonehead" Arthurs, señalado por Noel como el artífice de la paz, se ubicó físicamente entre ambos, como un mediador corporativo en una fusión hostil.
Esto no fue la reconciliación de una familia. Fue la consolidación de dos marcas personales bajo un holding de valor incalculable: Oasis. La gira "Live’25" no es un regreso, es la activación de un activo cultural que permaneció 16 años en estado latente. Las señales son claras: una demanda de entradas que colapsó sistemas, la rendición pública de su antiguo rival Damon Albarn admitiendo que Oasis “ganó todo”, y una cobertura mediática que lo trató no como un concierto, sino como un evento histórico.
El fenómeno Oasis de 2025 demuestra que la nostalgia ha dejado de ser un sentimiento para convertirse en una materia prima, tan extraíble y valiosa como el litio o el cobre. La pregunta ya no es si los hermanos se soportan, sino cuánto factura su tregua profesional. El primer concierto en Cardiff no fue un ensayo, fue una prueba de concepto exitosa. Demostró que la maquinaria funciona y que el producto —la emoción de escuchar Wonderwall en un estadio— sigue siendo de alta demanda.
La gira mundial es solo la primera etapa. El verdadero negocio a largo plazo no está en los escenarios, sino en la gestión del catálogo. El anuncio de la reedición del 30 aniversario de (What’s the Story) Morning Glory?, con nuevas versiones acústicas producidas por Noel, es el modelo a seguir.
Escenario A: El Archivo Infinito (Probabilidad: Alta)
En los próximos cinco años, veremos un flujo constante de productos derivados del legado. Podemos proyectar:
El principal factor de incertidumbre sigue siendo la relación entre los hermanos. Su tregua es un contrato de negocios. Cualquier disputa pública, aunque sea parte de la marca, representa un riesgo real para la planificación a largo plazo. Sin embargo, los incentivos financieros son ahora tan grandes que es probable que cualquier conflicto se gestione de forma privada.
El regreso de Oasis no crea un nuevo paradigma, pero sí lo perfecciona. Consolida un modelo de negocio que podemos denominar “Nostalgia como Servicio” (NaaS). Este modelo se aleja de la riesgosa apuesta por la creación de nueva cultura y se enfoca en la explotación segura de la memoria afectiva de una generación con poder adquisitivo.
Este modelo tiene implicaciones profundas para la industria musical. Demuestra que para bandas con un legado similar (The Smiths, R.E.M., The White Stripes), la barrera para una reunión no es artística, sino la falta de un acuerdo comercial. El éxito financiero de Oasis funcionará como un poderoso incentivo para que otros artistas dejen de lado sus diferencias personales y activen sus propios activos nostálgicos.
El futuro de Oasis, por lo tanto, no parece incluir un nuevo álbum. Crear nueva música es arriesgado. Podría no estar a la altura del legado y diluiría el valor de la marca, que se basa enteramente en la perfección percibida de su producción de los años 90. ¿Por qué arriesgarse a lanzar un álbum mediocre cuando se puede seguir vendiendo la gloria pasada de forma indefinida?
El resultado es una industria cultural que mira cada vez más hacia atrás. El poder ya no reside únicamente en los creadores de lo nuevo, sino en los curadores del pasado. Oasis no volvió para escribir un nuevo capítulo, sino para releer los capítulos dorados a un público dispuesto a pagar por escucharlos una y otra vez. El legado se ha convertido en el negocio, y el negocio es ser eterno.