Apple entra a la carrera de la IA: La estrategia de la cautela da paso a la urgencia

Apple entra a la carrera de la IA: La estrategia de la cautela da paso a la urgencia
2025-08-05
Fuentes
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- Tras un cauteloso anuncio en junio, Apple acelera el desarrollo de su propia inteligencia artificial generativa.

- La creación de un equipo interno busca reducir la dependencia de socios como OpenAI y competir con Google y Microsoft.

- La movida redefine la tensión estratégica de la compañía entre innovación, privacidad y la presión de un mercado que no espera.

¿Qué pasa cuando el innovador llega tarde?

Han pasado dos meses desde que Apple, en su Conferencia Mundial de Desarrolladores (WWDC), presentó un futuro de interfaces translúcidas y traducciones simultáneas, pero dejó un notorio vacío en el centro de su ecosistema: una inteligencia artificial (IA) generativa propia y robusta. Lo que en junio pareció una calculada cautela o incluso una señal de retraso, hoy, a inicios de agosto de 2025, se revela como el preludio de un cambio estratégico forzado por la urgencia. La compañía de Cupertino no solo está entrando en la guerra de la IA; está corriendo para construir su propio arsenal.

La noticia que reconfiguró el tablero llegó a través de informes de Bloomberg a principios de agosto: Apple ha conformado una nueva división interna, conocida como AKI (Answers, Knowledge and Information). Su misión es inequívoca: desarrollar un motor de respuestas basado en IA, un competidor directo de herramientas como ChatGPT, para integrarlo en el corazón de sus productos. Este movimiento no es una simple actualización; es el reconocimiento de que depender de terceros, como OpenAI, no es una estrategia sostenible para una tecnología que definirá la próxima década.

Crónica de una decisión inevitable: del anuncio tibio a la acción decidida

Para entender la magnitud de este giro, es necesario volver a junio. La WWDC 2025 fue una demostración del clásico manual de Apple: pulcritud en el diseño con "Liquid Glass" y mejoras funcionales incrementales. Sin embargo, la postergación de las funciones más avanzadas de Apple Intelligence y de una Siri verdaderamente renovada dejó a analistas y usuarios con una sensación de ambigüedad. Mientras sus competidores ya monetizaban la revolución de la IA, Apple parecía observarla desde la barrera, debatiéndose entre su histórica promesa de privacidad y la necesidad de participar en una carrera tecnológica que no pide permiso.

El mercado, mientras tanto, no esperó. A finales de julio, los gigantes tecnológicos mostraron sus cartas con una contundencia abrumadora. Alphabet (Google) anunció una inversión histórica de 85.000 millones de dólares en IA, demostrando que su negocio de búsquedas no solo resistía el embate de los chatbots, sino que se fortalecía. Días después, Microsoft reportó un crecimiento del 39% en su unidad de nube Azure, impulsado directamente por la comercialización de servicios de IA. El mensaje era claro: la IA no era el futuro, era un presente extremadamente rentable.

Incluso empresas como Palantir Technologies vieron sus acciones dispararse tras atribuir ventas récord al "sorprendente impacto" de la inteligencia artificial en sus negocios. En este contexto, la estrategia de Apple de integrar parcialmente la tecnología de OpenAI parecía cada vez más una solución temporal que una visión a largo plazo. La presión no era solo competitiva, sino también financiera y de percepción de mercado.

Las perspectivas en juego: ¿Jardín amurallado o campo abierto?

La decisión de Apple de crear el equipo AKI expone un dilema fundamental que atraviesa a toda la industria tecnológica, pero que en Cupertino adquiere un dramatismo particular.

  • La perspectiva de los competidores: Microsoft y Google han adoptado un enfoque expansivo. Sus inversiones masivas y la apertura de algunos de sus modelos buscan crear un ecosistema amplio y capturar la mayor cuota de mercado posible, tanto a nivel de consumidor como empresarial. Como señalaba Sadid Hasan, líder de IA de Microsoft, en una charla en julio, el objetivo es que la IA sea una aliada omnipresente, un copiloto. Para ellos, la velocidad y la escala son cruciales.
  • La perspectiva de Apple: La compañía siempre ha apostado por un "jardín amurallado", un ecosistema cerrado donde la integración de hardware y software garantiza una experiencia de usuario superior y, sobre todo, segura. La IA generativa, que se nutre de vastas cantidades de datos y opera en la nube, desafía este modelo. La creación de AKI es un intento por resolver esta contradicción: construir una IA que sea potente, pero que viva dentro de sus muros y respete sus principios de privacidad. Es un camino más lento y costoso, pero coherente con su ADN.
  • La perspectiva del mercado y los expertos: Analistas y medios como Wired y Cooperativa.cl ya habían señalado el rezago de Apple. Eduardo Graells-Garrido, académico de la Universidad de Chile, advertía en julio que los "bots tradicionales son cosa del pasado" ante el avance de la IA generativa, una ola que Apple parecía estar perdiendo. La creación de AKI fue recibida como una corrección de rumbo necesaria, aunque tardía. La pregunta que queda en el aire es si la excelencia en la ejecución, sello de Apple, será suficiente para compensar la ventaja inicial de sus rivales.

Un debate abierto: El futuro se escribe en código propio

El tema está lejos de estar cerrado; más bien, una nueva fase acaba de comenzar. Apple ha pasado de la deliberación a la acción. La compañía que popularizó el smartphone y el computador personal ahora se enfrenta al desafío de reinventar su propuesta de valor en la era de la inteligencia artificial.

Las consecuencias de esta decisión se verán en los próximos meses y años. ¿Logrará Apple desarrollar un modelo de IA que sea tan intuitivo y seguro como para justificar su tardanza? ¿O se verá obligada a realizar adquisiciones millonarias, como se rumorea con la startup Perplexity, para acelerar el proceso?

Por ahora, la narrativa ha cambiado. La pregunta ya no es si Apple se unirá a la fiesta de la IA, sino si, una vez más, logrará transformarla a su imagen y semejanza.

La historia presenta una clara evolución narrativa, desde un anuncio público inicial en junio hasta el desarrollo de una estrategia corporativa de largo plazo con consecuencias visibles en el competitivo mercado tecnológico. Permite un análisis profundo sobre la tensión entre innovación y privacidad, y cómo un actor dominante responde a la disrupción generada por sus competidores, ofreciendo un contexto completo sobre la reconfiguración del poder en la industria de la inteligencia artificial.