El Consejo Fiscal se recompone, la desconfianza política permanece:La batalla por los asientos que expuso la fragilidad de la disciplina económica

El Consejo Fiscal se recompone, la desconfianza política permanece:La batalla por los asientos que expuso la fragilidad de la disciplina económica
2025-08-06
Fuentes
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  • Un proceso de nombramientos técnicos en el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) escaló a una crisis política, revelando tensiones sobre su autonomía.
  • El debate se centró en una posible incompatibilidad de dos consejeros, pero destapó un trasfondo de desconfianza entre el oficialismo y la oposición.
  • La controversia, aunque zanjada administrativamente, deja un cuestionamiento abierto sobre la capacidad del sistema político para resguardar la institucionalidad económica del país.

La Tormenta en el Guardián Silencioso

A principios de agosto de 2025, el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) opera con su dotación completa de cinco consejeros. La crisis de nombramientos que lo tuvo con quórum mínimo hace menos de dos meses parece superada. Sin embargo, la velocidad con que se resolvieron las vacantes contrasta con la estela de desconfianza y las preguntas de fondo que dejó el proceso. Lo que comenzó como un ajuste técnico tras una renuncia inesperada, se transformó en un campo de batalla que midió la fuerza entre el Ejecutivo y el Congreso, y más importante aún, expuso la delgada línea que separa la supervisión técnica de la instrumentalización política.

Un Dominó de Renuncias y Nombramientos Estratégicos

La historia comenzó el 17 de junio, con la sorpresiva renuncia de la consejera Jeannette von Wolfersdorff. Su salida, por motivos personales, dejaba al CFA con solo tres de sus cinco miembros, justo cuando el Senado evaluaba a Paula Benavides para llenar una vacante previa. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, enfrentaba un doble desafío: completar el Consejo y destrabar la negociación por su presidencia, un punto de fricción con la oposición que apostaba por uno de sus consejeros afines, Hermann González, para liderar la entidad.

La renuncia de Von Wolfersdorff abrió una ventana de oportunidad. En un movimiento ágil, el gobierno aceleró la aprobación de Paula Benavides el 18 de junio y, ese mismo día, propuso al exvicepresidente del Banco Central, Joaquín Vial, para el cupo restante. Para el 2 de julio, Vial era ratificado por unanimidad en el Senado. En dos semanas, el CFA no solo estaba completo, sino que el Ejecutivo había logrado instalar dos nombres de alto perfil técnico, desactivando, en apariencia, la disputa por la presidencia. Parecía una jugada política y administrativa impecable.

La Contraofensiva: El Fantasma de la Incompatibilidad

Pero la calma duró poco. Apenas una semana después, el 10 de julio, se encendió una nueva polémica. La senadora Ximena Rincón (Demócratas) y parlamentarios del Frente Amplio y el Partido Comunista levantaron dudas sobre una posible incompatibilidad de los consejeros Hermann González y Joaquín Vial. El primero había asumido como director en AFP Cuprum y el segundo era director de MetLife Chile.

El argumento se anclaba en el artículo 5 de la ley del CFA, que prohíbe a los consejeros ser "presidente o ejecutivo principal de una entidad financiera". La pregunta que se instaló en el debate público fue si el cargo de "director" entraba en esa categoría. Mientras Joaquín Vial aclaraba públicamente que el propio ministro Marcel le había asegurado que no existía tal incompatibilidad, la discusión escaló rápidamente.

El 11 de julio, el debate mostró sus verdaderos colores políticos. La diputada Gael Yeomans (FA) calificó de "prudente" que Hermann González renunciara para "cuidar la institución", vinculando su figura a una supuesta asesoría a Chile Vamos en la reforma de pensiones. Desde la vereda opuesta, el diputado Frank Sauerbaum (RN) acusó "ignorancia y animosidad" en los cuestionamientos, defendiendo que el rol del CFA es fiscal y no tiene relación con la gestión de carteras de las AFP. El debate técnico sobre la interpretación de una ley se había convertido en un enfrentamiento directo entre las coaliciones, utilizando la institucionalidad del CFA como arena.

La Advertencia Final: Más Allá de los Nombres

Fue la voz de la consejera saliente, Jeannette von Wolfersdorff, la que, con la distancia de un mes, elevó el debate a un plano superior. En una entrevista el 18 de julio, no solo defendió la capacidad técnica y transversal de Hermann González, sino que apuntó a un problema más profundo: los "reiterados" ataques politizados desde sectores del oficialismo hacia el CFA. Hizo un llamado directo al ministro Marcel a "convocar a su coalición para cuidar la institucionalidad".

Sus palabras fueron más allá. Von Wolfersdorff advirtió sobre un "estrés fiscal prolongado" que se arrastra por más de una década y criticó la rigidez del Estado para realizar ajustes. Pero su advertencia más aguda fue sobre los riesgos de la "creatividad en la contabilidad fiscal". Señaló prácticas como registrar préstamos a empresas públicas como ingresos o clasificar gastos como movimientos "bajo la línea", que no impactan el cálculo del déficit. En su visión, la situación fiscal del país podría ser "aún más frágil de lo que se muestra", un diagnóstico que trasciende la polémica de los nombramientos y apunta al corazón de la confianza en las cifras públicas.

Un Guardián con Cicatrices: El Debate que Persiste

Hoy, con el Consejo Fiscal Autónomo operando a plena capacidad, la crisis administrativa está cerrada. Sin embargo, el episodio dejó cicatrices. La batalla por los asientos demostró con qué facilidad un debate técnico puede ser cooptado por la lógica política, poniendo a prueba la autonomía de una de las instituciones clave para la sostenibilidad económica de Chile.

El conflicto fue un espejo de la polarización actual, donde la confianza es el activo más escaso. Aunque el guardián de la disciplina fiscal sigue en pie, el asedio reveló sus vulnerabilidades. La pregunta que queda abierta, y que definirá la salud de la institucionalidad chilena a futuro, es si el sistema político será capaz de construir cortafuegos más robustos o si seguirá utilizando a los árbitros técnicos como piezas en su tablero de poder.

La historia documenta cómo una designación técnica se transformó en un campo de batalla político, revelando las tensiones subyacentes entre el poder ejecutivo, el legislativo y la autonomía de las instituciones económicas clave. Permite analizar con profundidad las consecuencias de la politización de organismos técnicos, el valor de la confianza pública en la gobernanza fiscal y la evolución de un conflicto que, aunque resuelto administrativamente, deja un debate abierto sobre la salvaguarda de la institucionalidad del Estado.