A principios de julio de 2025, la carrera presidencial parecía decantarse por un libreto conocido. Por un lado, la candidata oficialista Jeannette Jara (PC) consolidaba su posición. Por otro, la derecha se dividía entre la propuesta institucional de Evelyn Matthei (Chile Vamos), respaldada por un equipo de 40 economistas, y la candidatura de nicho de José Antonio Kast (Republicanos), centrada casi exclusivamente en la seguridad. Sin embargo, en menos de un mes, el tablero cambió drásticamente.
La campaña de Kast, criticada por su aparente falta de un proyecto económico robusto, ejecutó un movimiento clave el 10 de julio: la presentación de Jorge Quiroz como su coordinador económico. La elección no fue casual. Quiroz, un respetado economista doctorado en Duke y con una larga trayectoria como consultor privado, fue presentado no solo como un técnico, sino como un símbolo de apertura. Su perfil de "antipinochetista" y su independencia buscaban romper el techo de la derecha dura y enviar una señal de moderación y pragmatismo al mundo empresarial, hasta entonces más cercano a Matthei.
Como detalló Diario Financiero, las tareas de Quiroz eran claras: "afinar el programa y ser puente con el sector privado". Su discurso inicial se centró en tres ejes: desregulación, un ajuste fiscal y una reforma tributaria proinversión. Semanas más tarde, el 29 de julio, le pondría una cifra concreta a una de sus propuestas, estimando un posible recorte del gasto público de US$ 8 mil millones, una declaración que marcó la agenda y dio contundencia a su mensaje.
Mientras Kast construía su andamiaje económico, la candidatura de Evelyn Matthei comenzaba a mostrar fisuras. La estrategia de diferenciación se volvió confusa. A mediados de julio, su jefe de campaña, Diego Paulsen, calificó a Kast como el "adversario electoral", lo que generó una reprimenda pública de la vicepresidenta de la UDI, María José Hoffmann, quien afirmó que "el adversario siempre está al frente", en alusión a Jara.
Esta tensión interna se agudizó con fugas de apoyo. El exsenador de RN, Carlos Larraín, una figura histórica de la derecha, fue denunciado ante el tribunal supremo de su partido tras declarar su voto por Kast. La propia Matthei, viendo cómo su rival ganaba terreno, endureció su discurso, llegando a interpelar directamente a Kast por casos de corrupción: "El único diputado preso era de la lista de ustedes, José Antonio", afirmó a principios de agosto, en referencia al parlamentario republicano Mauricio Ojeda.
Estos episodios, ampliamente cubiertos por medios como La Tercera y Cambio21, no eran hechos aislados, sino síntomas de un reordenamiento de fuerzas. La estrategia de Kast no solo lo fortalecía a él, sino que erosionaba activamente la base de su principal competidora en el sector.
A principios de agosto, los sondeos de opinión pública confirmaron la nueva realidad electoral. Encuestas como Cadem, Criteria y Data Influye mostraron un patrón consistente: Jeannette Jara mantenía el primer lugar, pero con una tendencia a la baja, mientras José Antonio Kast acortaba la distancia, se consolidaba en el segundo puesto y se alejaba de Evelyn Matthei, quien caía al tercer e incluso cuarto lugar en algunas mediciones.
Más reveladores aún son los escenarios de segunda vuelta. La mayoría de los sondeos proyectan que, en un enfrentamiento directo, Kast derrotaría a Jara, transformándolo de un candidato testimonial a una opción con posibilidades reales de llegar a La Moneda.
Sin embargo, este éxito estratégico no está exento de disonancias. El sociólogo Alberto Mayol, en una entrevista con El País, ofreció una lectura crítica, argumentando que la metamorfosis es más de forma que de fondo. Para Mayol, el proyecto de Kast sigue anclado en una visión autoritaria y securitaria del pasado. "Kast está más cerca de Pinochet que Jara de Allende", sentenció, subrayando que su visión se basa en una lógica de "amigo-enemigo" y control, más que en la construcción institucional.
A dos meses de los movimientos que alteraron la carrera, el tema no está cerrado. La campaña de Kast logró su primer objetivo: pasar del nicho a ser percibida como una alternativa de gobierno viable. Ahora, el debate se traslada de la estrategia a la sustancia. La pregunta que queda abierta es si este nuevo ropaje económico es una moderación genuina o una versión más sofisticada de un proyecto que mantiene intacto su núcleo ideológico. La respuesta definirá no solo el futuro de una candidatura, sino el de todo el espectro político de la derecha chilena.