Santiago, 7 de agosto de 2025. Han pasado cuarenta días desde que Jeannette Jara (PC) se impuso con una victoria arrolladora en las primarias del oficialismo. Lo que debió ser el punto de partida para una campaña unificada es hoy el epicentro de un terremoto político que está reconfigurando a la izquierda chilena. Lejos de consolidar un proyecto común, el triunfo de la candidata comunista ha destapado una profunda crisis de identidad, poder y confianza entre los partidos que sustentan al gobierno, especialmente en el corazón del Socialismo Democrático. La pregunta en el aire ya no es si la izquierda se unirá tras Jara, sino qué izquierda es la que finalmente llegará a la papeleta de noviembre.
El primer temblor se sintió a los pocos días del triunfo. Las declaraciones del senador comunista Daniel Núñez, afirmando que Jara, como su partido, se inscribe en la tradición marxista, encendieron las alarmas en el ala más moderada de la coalición. La controversia no era nueva, pero el contexto la hizo crítica. Intelectuales como Ernesto Ottone, exmilitante del PC y figura ligada a la Concertación, pusieron el dedo en la llaga al cuestionar la compatibilidad entre el "marxismo-leninismo" y la "democracia como valor permanente".
La respuesta de la candidata fue un movimiento táctico de alto impacto: la suspensión de su militancia en el Partido Comunista, un gesto para proyectar amplitud y autonomía. Sin embargo, este acto, revelado de manera algo caótica por el exalcalde Daniel Jadue, no logró disipar las dudas. Para sus socios, la pregunta de fondo persiste: ¿es el giro al centro una convicción genuina o, como sugirió el alcalde de Recoleta Fares Jadue, una "flexibilidad táctica" para ganar la elección?
El epicentro del descontento se ha localizado en el Partido por la Democracia (PPD). La derrota de su candidata, Carolina Tohá, dejó heridas profundas que han supurado en público. La expresidenta del partido, Natalia Piergentili, sinceró la magnitud de la crisis al declarar en Radio Infinita que tenía "serias dudas" de su voto por Jara en una eventual segunda vuelta contra Evelyn Matthei. Sus palabras reflejan una desconfianza que, según fuentes internas, recorre a buena parte de la colectividad.
Los intentos por integrar a figuras del PPD al comando han sido torpes. El fallido nombramiento del exministro Nicolás Eyzaguirre, quien calificó su supuesta incorporación como un "equívoco completo", evidenció la descoordinación y la resistencia a unirse sin garantías programáticas claras, como exigió el partido en una declaración del 8 de julio.
En paralelo, la Democracia Cristiana vive su propio drama. Figuras históricas como el expresidente Juan Carlos Latorre calificaron de "indigno y vergonzoso" que parlamentarios de sus filas se alinearan con Jara, recordando que el partido decidió no participar en la primaria precisamente para no verse obligado a apoyar a un candidato del PC. La DC, que finalmente otorgó su apoyo institucional, sigue profundamente dividida, mientras otros partidos de centro como Demócratas evalúan abiertamente respaldar a la derecha para frenar lo que ven como una amenaza.
Las tensiones ideológicas y partidarias han forzado a la candidata a un "reseteo" de su programa económico. La promesa de un "sueldo vital" de $750.000, una de sus banderas en la primaria, fue matizada por su propio equipo económico, liderado por Luis Escobar, quien lo calificó como un objetivo "bien difícil" de comprometer. Este ajuste, valorado por el Socialismo Democrático, ha generado, según reportó BioBioChile, inquietud en las bases del Partido Comunista.
Este pragmatismo es la consecuencia directa de la nueva correlación de fuerzas. Para sumar al centro, Jara debe ceder en el programa. Figuras como el exministro radical José Antonio Gómez han condicionado su apoyo a la presentación de propuestas sólidas en seguridad y economía, criticando un comando que, a su juicio, se construyó sobre la base de "siglas partidarias" y no de liderazgos transversales.
En un intento por suturar las heridas, el encuentro del 19 de julio entre Jeannette Jara y la expresidenta Michelle Bachelet fue un movimiento cargado de simbolismo. Bachelet llamó a la "unidad de todos quienes compartimos una mirada de país", evocando el espíritu de la Nueva Mayoría, la coalición que logró alinear al PC y la DC bajo su segundo mandato. La fotografía buscaba proyectar un liderazgo capaz de aglutinar al progresismo.
Sin embargo, más de un mes después de la primaria, el oficialismo sigue siendo un archipiélago de desconfianzas. La victoria de Jara no solo definió una candidatura, sino que obligó a toda una generación política, heredera de la Concertación, a mirarse al espejo. El debate que se ha abierto no es solo electoral; es sobre el alma y el futuro de la centroizquierda chilena. El resultado de esta pugna interna definirá si el proyecto que se presentará en noviembre es una coalición cohesionada con un propósito común o una alianza frágil, unida solo por el temor a la derrota.