Ha pasado más de un mes desde que Jeannette Jara (PC) se impuso con holgura en las primarias presidenciales del oficialismo el 29 de junio. Sin embargo, lejos de consolidar un mensaje único, su campaña se ha convertido en un campo de batalla de ideas donde dos visiones económicas opuestas luchan por definir el corazón de su eventual gobierno. Por un lado, la ortodoxia ideológica que la llevó a la victoria, con promesas de un “salario vital” y un modelo centrado en la demanda interna. Por otro, un pragmatismo de mercado que busca calmar las aprensiones de inversionistas y votantes de centro, pero que genera ruido y tensiones con su propio partido.
La situación actual no es una simple pugna de matices, sino una contradicción pública que define el principal desafío de la candidata: ¿es posible para una militante de un partido que se define como “marxista-leninista” liderar un proyecto que dé garantías de estabilidad al modelo chileno sin traicionar a su base electoral?
La dualidad se personifica en dos figuras clave:
Esta tensión se agudizó con los fallidos intentos de sumar a figuras emblemáticas de la ex Concertación. Tanto Nicolás Eyzaguirre como Mario Marcel declinaron integrarse formalmente al comando, a pesar de los gestos de la candidata. Eyzaguirre calificó su posible incorporación como un “tremendo equívoco”, mientras Marcel fue tajante: “Tiene que haber capacidad de recambio siempre”. Estas negativas dejaron en evidencia la dificultad de Jara para reclutar nombres que generen confianza en el centro político y económico.
* Luis Eduardo Escobar desecha las promesas clave de primarias sobre salarios y pensiones.
* Osvaldo Rosales propone fortalecer el modelo exportador.
* El presidente del PC, Lautaro Carmona, admite su sorpresa por las declaraciones de Escobar y reitera que el partido sigue siendo “marxista-leninista”.
* La CUT defiende el “salario vital”, marcando un contrapunto directo con Escobar.
Jeannette Jara ha intentado navegar en estas aguas turbulentas con ambigüedad calculada. Por un lado, ha empoderado a su nuevo equipo económico, permitiendo que moderen públicamente el programa. Por otro, evita desautorizar a su partido o a los movimientos sociales que la apoyan. Cuando se le consultó sobre la definición ideológica del PC, su respuesta fue elusiva: “Pregúntenle a Lautaro Carmona”. En el debate económico, ha señalado que los temas “recién se están esbozando”.
Su estrategia parece ser la de construir un programa de gobierno en tiempo real, equilibrando las presiones de su coalición ampliada —que ahora incluye a la Democracia Cristiana— con las expectativas de su núcleo duro. Para ello, ha fortalecido su comando con figuras del Socialismo Democrático como Jorge Millaquén (PS) como jefe de gabinete y Nicole Cardoch (PS) en el área territorial, buscando proyectar una imagen de mayor transversalidad.
El debate está lejos de resolverse. La campaña de Jeannette Jara opera con dos discursos paralelos: uno para tranquilizar a los mercados y otro para movilizar a sus bases. El desafío es si podrá unificarlos en un programa coherente antes de noviembre. Las próximas semanas serán decisivas para saber si uno de los dos “cerebros” económicos termina por imponerse, o si la candidatura logra una síntesis que, aunque compleja, sea creíble tanto para la izquierda ideológica como para el pragmatismo que exige llegar a La Moneda.