El Eje del Fútbol se Desplaza: Los tres futuros que abre el Mundial de Clubes 2025

El Eje del Fútbol se Desplaza: Los tres futuros que abre el Mundial de Clubes 2025
2025-08-07
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- El Mundial 2025 no fue el fin de Europa, sino de su hegemonía indiscutida.

- Nuevos actores, con capital estatal y ambiciones geopolíticas, desafían el orden tradicional.

- El futuro se debate entre un mundo multipolar, una "Superliga" de facto o un colapso del modelo global.

El Mundial de Clubes de la FIFA 2025 no fue solo un torneo. Fue el primer síntoma visible de una reorganización profunda en el poder del fútbol global. Las sorpresivas eliminaciones de gigantes como el Manchester City, River Plate y Boca Juniors no fueron anécdotas, sino señales de un tablero geopolítico y económico que ha cambiado. La victoria final del Chelsea sobre el PSG no desmiente esta realidad; al contrario, la enmarca. El trono del fútbol mundial no tiene un nuevo rey, simplemente ha quedado vacío. Y la batalla por ocuparlo acaba de empezar.

Durante décadas, el orden fue simple: Europa en la cima, con Sudamérica como su principal y cada vez más lejano retador. El torneo en Estados Unidos dinamitó esa certeza. La derrota del PSG ante Botafogo fue un aviso. La eliminación del Manchester City a manos del Al Hilal saudí fue la confirmación. No se trató solo de dinero, aunque la inversión de fondos soberanos es clave. Se trató de un proyecto deportivo y político que demostró poder competir al más alto nivel. Como lo resumió la prensa inglesa, fue una "vergüenza para la Premier League", pero para el resto del mundo fue la apertura de un nuevo campo de juego.

Este nuevo escenario, aún inestable, proyecta tres futuros posibles para el deporte más popular del planeta.

Escenario 1: El Mundo Multipolar

Este es el futuro más probable a corto y mediano plazo. El poder se fragmenta. La hegemonía europea se diluye en un sistema con múltiples polos de influencia competitiva. Las ligas de Europa, como la inglesa o la española, seguirán siendo destinos de élite, pero ya no serán las únicas capaces de garantizar el éxito deportivo máximo.

Las señales son claras. El capital de Qatar (PSG), Arabia Saudita (Al Hilal) y el capital privado estadounidense (dueños del Chelsea) ya no solo compiten en los mercados, sino también en la cancha. Ligas como la Saudi Pro League o la MLS aceleran su transición de ser "ligas de retiro" a convertirse en ecosistemas competitivos capaces de atraer y retener talento en su plenitud. La Copa Libertadores y la Champions League pierden su condición de cumbres casi exclusivas del fútbol de clubes.

El factor de incertidumbre es la sostenibilidad. ¿Podrán estos nuevos polos de poder construir una cultura de fútbol local, desarrollar talento propio y generar aficiones genuinas? ¿O su influencia dependerá exclusivamente del flujo de capital estatal, sujeto a los vaivenes de la política internacional?

Escenario 2: La "Superliga" de Facto

El Mundial de Clubes 2025 funcionó como un exitoso piloto para la "Superliga" que los clubes europeos no lograron imponer. En este escenario, la FIFA, en alianza con fondos soberanos y gigantes mediáticos, consolida un modelo de negocio global que margina a las competencias locales.

La tendencia es la "espectacularización" del producto, como lo describió un ejecutivo tecnológico en la prensa chilena: presentaciones al estilo NBA, cámaras inmersivas y una monetización constante de la experiencia del fan. Los clubes se transforman definitivamente en franquicias globales, con más lealtad a sus mercados en Asia o América que a las ciudades que les dieron origen. El calendario se satura de torneos internacionales de alto perfil, diseñados para la televisión y los patrocinadores, mientras las ligas nacionales pierden relevancia y se convierten en meras clasificatorias.

El riesgo es evidente: la desconexión total con el aficionado tradicional. El fútbol como fenómeno cultural y comunitario se disuelve en un producto de entretenimiento corporativo, gobernado por un pequeño círculo de actores financieros y políticos. La presencia de Donald Trump en la final, gestionada por Gianni Infantino, es un indicio del nivel al que se juega esta partida.

Escenario 3: El Colapso del Centro y el Retorno a lo Local

Este es el escenario de la contra-reacción. Un futuro donde el modelo hiperglobalizado implosiona por su propio peso. La baja asistencia en varios partidos del Mundial en Estados Unidos, con estadios semivacíos en duelos sin equipos de renombre, es una advertencia: el producto no es universalmente atractivo.

En esta proyección, la saturación de partidos de élite provoca fatiga en la audiencia. Los aficionados, cansados de precios inaccesibles y de clubes que responden a intereses lejanos, inician un retorno a lo local. Se revitalizan las ligas nacionales y los clubes con fuerte arraigo comunitario. Movimientos por la propiedad de los clubes por parte de los socios (al estilo alemán) ganan fuerza como respuesta a la especulación de los fondos de inversión.

Este escenario, aunque menos probable a corto plazo, representa las defensas del ecosistema del fútbol. La burbuja de inversión podría estallar si los retornos económicos no se materializan o si los objetivos geopolíticos de los estados inversores cambian. Sería la reafirmación de que el fútbol, antes que un negocio, es un juego con raíces culturales profundas.

El análisis final sugiere que nos dirigimos a una era híbrida, una mezcla inestable de los dos primeros escenarios. Un mundo multipolar, sí, pero uno dominado por una lógica corporativa y geopolítica cada vez más intensa. El viejo orden ha caído, pero el nuevo aún no está escrito. La disputa por el trono vacío definirá el alma del fútbol en las próximas décadas.

La historia presenta una narrativa completa con un principio (la expectativa ante un nuevo formato de torneo), un desarrollo dramático (las sorpresivas eliminaciones de los equipos favoritos) y un cierre definido (la consagración de un campeón inesperado). Este arco permite un análisis profundo de las consecuencias, que trascienden lo deportivo para tocar esferas económicas, geopolíticas y culturales. El evento, que tuvo lugar hace más de 30 días, ha madurado lo suficiente para observar los debates y cambios en la percepción sobre el equilibrio de poder en el fútbol mundial, la influencia de nuevos capitales y la viabilidad de megaeventos deportivos. La abundancia de fuentes y la reconfiguración de las narrativas dominantes lo convierten en un tema ideal para explorar escenarios futuros sobre la globalización y la competencia.