Estados Unidos impone sus reglas:La economía global se fractura y Chile debe elegir un bando

Estados Unidos impone sus reglas:La economía global se fractura y Chile debe elegir un bando
2025-08-07
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- La nueva ley fiscal de EE.UU. y sus aranceles no son solo economía, son una herramienta de poder geopolítico que redefine las alianzas.

- Chile enfrenta una decisión forzada: alinearse con EE.UU., su socio estratégico, o con China, su principal cliente comercial.

- El futuro se perfila en tres escenarios probables: fragmentación en bloques, realineamiento de socios o un nuevo orden mercantilista.

Una semana. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que la nueva política comercial de Estados Unidos, anclada en la monumental reforma fiscal conocida como la "Big Beautiful Bill", entró en pleno vigor el 1 de agosto. Las primeras consecuencias ya son visibles. General Motors reporta pérdidas por US$1.100 millones, Concha y Toro ve caer sus ventas a EE.UU. un 15% en volumen, y las acciones de Crocs sufren su peor desplome desde 2020. Estos no son incidentes aislados; son las primeras señales de un cambio estructural en la economía global. La era del libre comercio y la globalización sin fricciones ha terminado. Washington ha decidido usar su poder de mercado como un arma, y países como Chile están en la línea de fuego, forzados a recalibrar su lugar en el mundo.

La nueva doctrina estadounidense, una mezcla de proteccionismo que recuerda a las políticas de sustitución de importaciones (ISI) que fracasaron en América Latina en el siglo XX, se despliega a través de dos instrumentos: el garrote y la zanahoria. El garrote son los aranceles, aplicados no solo por razones económicas, sino como castigo político —como la amenaza a Brasil por el juicio a Bolsonaro— o para forzar cambios en políticas internas, como la lucha contra el fentanilo en México. La zanahoria son los beneficios fiscales para quienes invierten en EE.UU. y el acceso preferencial a su mercado para los aliados leales.

Para Chile, esta dualidad es un dilema existencial. La neutralidad pragmática que caracterizó su política exterior ya no es una opción viable. El futuro se bifurca en tres escenarios posibles, cada uno con profundas implicaciones.

Escenario 1: La Fragmentación del Mundo en Bloques

El primer futuro posible es una economía global fracturada. El orden multilateral, encarnado por la Organización Mundial del Comercio, se desvanece y es reemplazado por bloques comerciales definidos por lealtades geopolíticas. Por un lado, un bloque liderado por Estados Unidos, que usa su mercado de consumo como centro de gravedad, atrayendo a aliados de Europa, Asia y América Latina. Por otro, un bloque encabezado por China, que responde con sus propias alianzas, cadenas de suministro y sistemas financieros alternativos. Un tercer grupo de naciones no alineadas intentará sobrevivir en el medio, enfrentando presiones de ambos lados.

En este escenario, las cadenas de suministro se acortan y se regionalizan bajo el concepto de “friend-shoring” (producir en países amigos). Para Chile, esto significa una presión inmensa para elegir. ¿Priorizará el acceso al mercado estadounidense y su capital, arriesgando su relación con China, el principal comprador de su cobre? La reciente imposición de un arancel del 50% al cobre —aunque finalmente excluyó a los cátodos chilenos— fue una clara advertencia. La volatilidad ya no será económica, sino política.

Escenario 2: El Realineamiento Forzoso de Chile

Este escenario es una consecuencia directa del primero, pero enfocado en la encrucijada chilena. La política de Washington obliga a Chile a tomar una decisión que antes podía evitar. Alinearse con Estados Unidos implica aceptar sus condiciones, que van más allá de lo comercial. Podría significar obtener exenciones arancelarias y beneficios para los inversionistas chilenos, como señala la consultora EY. Pero el costo sería ceder autonomía y potencialmente dañar la relación con China, que ha sido el motor del crecimiento de las exportaciones chilenas durante décadas.

Por otro lado, intentar mantener un pie en cada bloque se vuelve cada vez más difícil. La nueva ley estadounidense incluye la “Sección 899”, un mecanismo que permite castigar fiscalmente a países considerados “injustos”, una categoría definida unilateralmente por Washington. Empresas como Concha y Toro ya sienten el impacto directo. La disyuntiva para el sector exportador chileno es clara: ¿reorientar su producción hacia mercados aliados de EE.UU. o enfrentar aranceles que destruyen su competitividad?

Escenario 3: El Nuevo Orden Mercantilista

El tercer futuro es el más impredecible. Aquí, los aranceles y las sanciones se convierten en la herramienta diplomática por defecto. Las decisiones económicas de las empresas dejan de basarse en la eficiencia o la demanda, y pasan a depender de los caprichos políticos de las superpotencias. La economía se subordina completamente a la geopolítica.

En este mundo, la incertidumbre es la única constante. Un tuit presidencial puede alterar los mercados más que un informe del banco central. Figuras como Elon Musk, quien calificó la ley fiscal de “abominación repugnante” por el aumento de la deuda, o los análisis de Wall Street que alertan sobre la inestabilidad, reflejan el temor a un sistema donde las reglas son arbitrarias. Para Chile, un país pequeño y dependiente del comercio, navegar en estas aguas turbulentas requerirá una agilidad y una inteligencia estratégica sin precedentes. La pregunta ya no es cómo competir, sino cómo sobrevivir a la disputa de los gigantes.

Síntesis: El Fin de la Inocencia

Estos tres escenarios no son mutuamente excluyentes. Lo más probable es que el futuro contenga elementos de los tres: un mundo más fragmentado, con países forzados a alinearse dentro de un marco neomercantilista. La “Big Beautiful Bill” de Trump no es solo una ley; es el manifiesto de una nueva era. Para Chile, se acabó el tiempo de la inocencia comercial. La elección de un bando, ya sea de forma explícita o implícita, parece inevitable. El desafío será mitigar los costos y encontrar las pocas oportunidades que surjan en medio de la fractura global.

Esta historia representa un punto de inflexión en la política económica global con consecuencias directas y medibles para Chile. Originada hace más de 60 días, la aprobación de la ley ha permitido que sus efectos iniciales y los debates sobre sus implicaciones a largo plazo maduren. La narrativa ha evolucionado desde la promesa electoral a una realidad legislativa que está reconfigurando las cadenas de suministro, las alianzas comerciales y la estrategia de inversión de empresas y países. El tema permite un análisis profundo sobre la interdependencia económica, el uso del poder fiscal como herramienta geopolítica y los posibles escenarios futuros para la economía chilena, forzada a navegar en un nuevo paradigma de proteccionismo y bilateralismo.

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