Hoy, a más de un mes de que las puertas de las 51 tiendas Corona se cerraran para siempre, el eco de los remates finales se ha disipado. Las largas filas de personas buscando ofertas de última hora, atraídas por carteles de "Todo a 5 lucas", son ahora un recuerdo que contrasta con el silencio actual de sus locales vacíos a lo largo de Chile. La historia de Multitiendas Corona S.A., fundada en 1946 por el inmigrante holandés Leonard Schupper, llegó a un final definitivo a principios de julio de 2025. Su caída, sin embargo, es más que el cierre de una empresa: es una narrativa resuelta sobre la fragilidad de un modelo de negocios que no supo o no pudo adaptarse a tiempo.
El desenlace, aunque abrupto para la opinión pública, fue la culminación de un proceso agónico. El 5 de junio, la empresa pareció encontrar un respiro. En una junta clave, logró que sus acreedores, incluidos los principales bancos, aprobaran un Acuerdo de Reorganización Judicial. La esperanza se centró en un plan que, según informó La Tercera en su momento, dependía de obtener una línea de crédito rotativa de hasta $22.000 millones, para la cual los dueños, los hermanos Schupper, comprometieron bienes inmuebles como garantía.
Sin embargo, la esperanza duró poco. A fines de junio, la noticia fue lapidaria: la banca, tras evaluar el riesgo, negó el financiamiento. Según fuentes del proceso citadas por medios como La Tercera, los bancos Internacional, BCI y Security consideraron que las garantías ofrecidas no eran suficientes para respaldar una operación de rescate. Ese rechazo fue el golpe de gracia.
El 28 de junio, la empresa comunicó a sus 1.800 trabajadores el inminente cierre. Lo que siguió fue un masivo y caótico remate de inventario, una liquidación a la vista del público que buscaba generar liquidez de forma desesperada. Para el 30 de junio, el plazo para obtener el financiamiento expiró y la veedora del proceso, Daniela Camus, notificó formalmente el incumplimiento del acuerdo. El camino de la quiebra era ya irreversible.
La caída de Corona no puede explicarse con un solo factor. Fue una confluencia de presiones internas y externas que se revelan al analizar las distintas posturas:
El caso de Corona es un poderoso símbolo de una transformación más profunda. No es la primera ni será la última gran tienda que enfrente dificultades extremas. Su modelo de negocio, basado en grandes superficies físicas, un fuerte componente de crédito al consumo y una oferta de vestuario masivo, se ve desafiado por múltiples frentes:
El proceso de Corona está ahora en una etapa de liquidación voluntaria, como detalló La Tercera el 3 de julio. Un liquidador designado por la justicia se encargará de vender los activos restantes —desde el único bien raíz en Copiapó hasta las marcas registradas— para pagar a los acreedores en el orden que la ley estipula. El nombre Corona desaparecerá de las fachadas, pero su historia queda como una lección ineludible para toda una industria que se ve forzada a reinventarse o, como el gigante de 70 años, a apagar sus luces para siempre.