Los eventos de junio y julio de 2025 marcaron un antes y un después. El robo de fusiles de guerra en Valparaíso, la detención de suboficiales por trasladar cocaína desde Pozo Almonte y el hallazgo de ovoides en una unidad militar en Colchane no son hechos inconexos. Son señales claras de que la permeabilidad de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) al crimen organizado es una realidad, no una hipótesis. Mientras el Ministerio de Seguridad Pública afirma que no existe un problema estructural, pero sí un “momento crítico”, la evidencia sugiere que la última frontera del Estado está siendo puesta a prueba desde adentro.
La disputa de competencia entre la justicia militar y la civil, criticada por el propio Fiscal Nacional, Ángel Valencia, por entorpecer las investigaciones, es otro síntoma de una crisis más profunda: la incapacidad del sistema para reaccionar con la celeridad que el narcotráfico exige. El futuro de la defensa nacional y la soberanía de Chile se juega en la respuesta que se dé a esta encrucijada. A continuación, se exploran tres escenarios probables.
En este futuro, la seguidilla de escándalos genera una presión pública y política insostenible. La narrativa de las “manzanas podridas” se agota. El poder civil, forzado por la evidencia y el temor a un daño irreparable a la confianza pública, impone una reforma estructural a las FF.AA. No es un proceso fácil ni consensuado. Se encuentra con la resistencia de sectores conservadores y del propio estamento militar, que lo ven como una intromisión.
Los puntos clave de esta reforma son:
El resultado a largo plazo es una institución militar más pequeña, transparente y adaptada a las amenazas del siglo XXI. El costo es una tensión significativa entre el mundo político y el militar durante el período de transición, pero se logra preservar la integridad institucional a largo plazo.
Este escenario es el de la inercia. El alto mando de las FF.AA. y parte del espectro político logran contener la crisis. Se insiste en que son casos aislados y se aplican medidas superficiales para calmar a la opinión pública. Las rotaciones de personal se realizan, pero sin un cambio de fondo en los sistemas de control. Las investigaciones internas se cierran con la baja de los implicados directos, sin escalar a las redes que los sostienen.
Las dinámicas que dominan este futuro son:
En este futuro, las FF.AA. se convierten en una caja negra. Externamente mantienen su prestigio ceremonial, pero internamente la corrupción de bajo nivel se vuelve endémica. La institución no colapsa, pero pierde su eficacia y legitimidad, volviéndose peligrosamente vulnerable a una cooptación mayor.
Este es el futuro más sombrío y el resultado lógico del escenario anterior. La negación y la inacción crean las condiciones perfectas para que el crimen organizado no solo se infiltre, sino que establezca redes permanentes dentro de la estructura de defensa. La cooptación no es total, sino estratégica y silenciosa.
Las características de este escenario son:
En este futuro, Chile se asemeja a países que perdieron la batalla contra el crimen organizado. La defensa nacional se ve comprometida desde su núcleo. La soberanía ya no se defiende en las fronteras, porque la amenaza ya se instaló en las instituciones encargadas de protegerlas.