La Democracia Desmontada: El "Modelo Bukele" es el nuevo manual de poder en América Latina

La Democracia Desmontada: El
2025-08-09
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- Seguridad por libertades: El Salvador formaliza un paradigma autoritario que se exporta a la región como solución al crimen.

- Ecuador y Colombia: Son los primeros laboratorios donde el modelo se replica y debate ante crisis agudas de violencia.

- Futuro incierto: La sostenibilidad del modelo depende de su capacidad económica y de la reacción del crimen organizado a largo plazo.

La aprobación de la reelección presidencial indefinida en El Salvador el pasado 1 de agosto no fue una sorpresa. Fue la formalización de un nuevo manual de poder que se ofrece a una América Latina cansada de la violencia. El "Modelo Bukele" ya no es solo un experimento local; es un producto de exportación que promete orden a cambio de libertades, y está encontrando compradores.

El modelo se sostiene sobre pilares claros y replicables. Primero, una narrativa de control absoluto liderada por una figura carismática que utiliza las redes sociales para conectar directamente con la ciudadanía, saltándose a la prensa tradicional. Segundo, la cooptación total del Estado: el control del Legislativo, el Judicial y la Fiscalía para eliminar cualquier contrapeso. Tercero, la normalización del régimen de excepción, que suspende derechos civiles de forma permanente. Y cuarto, el uso de la fuerza visible y brutal, con megacárceles como el CECOT y despliegues militares que proyectan una imagen de poder estatal avasallador.

El costo humano de este modelo es alto y documentado. Organizaciones como Cristosal se han visto forzadas al exilio. Periodistas y activistas han huido. Testimonios de ex-reclusos del CECOT, publicados a fines de julio, describen un sistema de castigo y tortura sistemática. Para los defensores del modelo, este es un daño colateral necesario. Para sus críticos, es la prueba de que se ha reemplazado la violencia de las pandillas por la violencia del Estado.

El Contagio: Escenarios de Futuro para la Región

El atractivo del modelo es innegable en países donde el Estado parece superado por el crimen. La pregunta ya no es si se expandirá, sino cómo y a qué costo. Se pueden proyectar tres fases para su evolución regional.

Fase 1: Consolidación y réplica (Presente - 2027)

El Salvador consolida su sistema. Con la reelección indefinida asegurada, Nayib Bukele tiene el camino despejado para gobernar, al menos, hasta 2033. Mientras tanto, el modelo ya muestra resultados en otros lugares. En Ecuador, la recaptura del narcotraficante "Fito" en junio fue una victoria para el presidente Daniel Noboa, quien adoptó una estrategia similar declarando un "conflicto armado interno".

En Colombia, el atentado contra el candidato Miguel Uribe Turbay en junio creó el clima político perfecto para que las propuestas de mano dura ganen terreno. La ciudadanía, enfrentada a una violencia que recuerda las peores épocas del país, se vuelve más receptiva a ceder libertades a cambio de una percepción de seguridad. El debate se instala con fuerza en Chile, Perú y otros países que ven cómo el crimen organizado transnacional desafía a sus instituciones.

Fase 2: Adaptación y tensión (2027 - 2030)

El "Modelo Bukele" no será una copia exacta en todos lados. Los líderes que lo adopten lo ajustarán a sus realidades locales, creando versiones "lite" o híbridas. Veremos un aumento de estados de excepción, reformas judiciales para someter a los tribunales y leyes que restrinjan a la prensa y a las ONG.

El principal punto de inflexión será económico. El modelo es caro. Mantener a un porcentaje tan alto de la población en la cárcel y a las fuerzas de seguridad desplegadas permanentemente requiere un gasto público insostenible sin un crecimiento económico robusto. El Salvador podría enfrentar una crisis fiscal, lo que pondría a prueba la lealtad popular al modelo. A nivel internacional, la condena de organismos de derechos humanos chocará con la aceptación tácita de gobiernos que priorizan la estabilidad regional y el control migratorio.

Fase 3: Fractura o nuevo paradigma (2030 en adelante)

Aquí se abren dos futuros probables.

  • Escenario A: La Fractura. El modelo colapsa. Los logros en seguridad se revelan temporales, a medida que las organizaciones criminales se adaptan y mutan. La ausencia de controles institucionales deriva en una corrupción a gran escala, ya no de funcionarios aislados, sino del propio sistema. El descontento social crece cuando los problemas económicos se vuelven insoportables y la represión estatal se hace indiscriminada. La promesa de seguridad se rompe, dejando un Estado autoritario y fallido.
  • Escenario B: La Nueva Normalidad. La autocracia securitaria se consolida como una forma de gobierno aceptada en una parte de la región. La democracia se redefine: las elecciones se convierten en plebiscitos para ratificar al hombre fuerte en lugar de una competencia de proyectos. América Latina se fragmenta en dos bloques: las democracias liberales tradicionales, y un nuevo eje de estados autoritarios que colaboran entre sí en materia de seguridad e inteligencia. El "Modelo Bukele" no fue una anomalía, sino el precursor de un nuevo contrato social donde la libertad es un lujo que muchos están dispuestos a ceder.
La historia ha alcanzado un punto crítico de madurez. El evento inicial —la aprobación legislativa de la reelección indefinida— ha evolucionado hacia un debate regional más amplio con consecuencias visibles, como el exilio de organizaciones de derechos humanos y la discusión abierta de este 'modelo' en otros países que enfrentan crisis de seguridad. Esta narrativa permite un análisis profundo de las compensaciones entre seguridad y libertades democráticas, el auge del populismo autoritario y los futuros potenciales de la gobernanza en una región marcada por la violencia y la debilidad institucional. Se trasciende la simple crónica de eventos para explorar un cambio fundamental en los paradigmas políticos.