Hace poco más de un mes, el 29 de junio, el triunfo de Jeannette Jara en las primarias del oficialismo fue una sorpresa. Las encuestas la daban tercera, detrás de las figuras del Socialismo Democrático y del Frente Amplio. Sin embargo, con un aplastante 60% de los votos, no solo ganó, sino que reconfiguró el mapa de poder de la izquierda chilena en tiempo récord. Lo que siguió fue un despliegue de pragmatismo político. En menos de 48 horas, recibió el respaldo explícito del Presidente Gabriel Boric en su casa del barrio Yungay y la adhesión, aunque más distante, de sus rivales derrotados.
La izquierda, que se encaminaba a una derrota segura o, en el peor de los casos, a una segunda vuelta entre dos derechas, encontró en la llamada “Jaraneta” un vehículo de emergencia. La unidad no nació de la convicción, sino de la necesidad de supervivencia. Jara se convirtió, de la noche a la mañana, en la única opción viable para mantener al sector competitivo y asegurar una lista parlamentaria unificada.
Superada la fase de unificación, la estrategia de Jara se ha centrado en un objetivo claro: romper el techo histórico del Partido Comunista. Para ello, ha ejecutado un calculado giro hacia el centro, buscando neutralizar el principal flanco de su candidatura: el anticomunismo.
El primer gesto fue la discusión sobre suspender su propia militancia, una señal de apertura que, aunque generó tensiones internas en el PC, fue un mensaje directo al electorado moderado. El segundo, y más decisivo, fue la incorporación de figuras emblemáticas de la ex Concertación. La llegada del exministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre y la invitación al senador Ricardo Lagos Weber no son gestos simbólicos. Son un intento de inyectar “ADN de la Concertación” en su comando: experiencia en la gestión del Estado, credibilidad económica y un puente hacia el centro político que se sentía huérfano tras la derrota de Carolina Tohá.
La presentación de su equipo de campaña el 31 de julio consolidó esta estrategia. Nombres del Partido Socialista, del PPD y de la Democracia Cristiana, como el diputado Eric Aedo, se sumaron a un comando que busca proyectar gobernabilidad y diversidad. Esta movida obliga a la derecha a recalcular. Ya no pueden atacar simplemente a “la candidata comunista”, sino a una coalición más amplia que incluye a los arquitectos del Chile de los 90. Sin embargo, este ensanchamiento tiene sus riesgos. La base dura del PC observa con recelo la moderación del discurso, y figuras como el presidente del partido, Lautaro Carmona, ya han causado problemas con declaraciones que obligan a Jara a tomar distancia.
A poco más de tres meses de la elección, la candidatura de Jeannette Jara se enfrenta a tres escenarios probables que definirán su destino.
El éxito de Jara dependerá de su capacidad para navegar estas tres corrientes simultáneamente. Su mayor oportunidad reside en la fractura de sus adversarios. Su mayor riesgo, en la identidad de su propio partido y en la sombra de un gobierno que no logra conectar con las prioridades ciudadanas.
2025-07-05