El reloj chileno marca más que la hora: La inestabilidad horaria del país se vuelve un problema crónico

El reloj chileno marca más que la hora: La inestabilidad horaria del país se vuelve un problema crónico
2025-08-12
Fuentes
cooperativa.cl www.latercera.com www.elmostrador.cl www.meteored.cl www.elmostrador.cl www.elmostrador.cl

- Fractura horaria: Durante cinco meses al año, Chile continental opera con dos husos horarios distintos, una solución que evidencia la incapacidad de conciliar las necesidades de la capital con las de las regiones extremas.

- Ciencia vs. Política: Mientras la comunidad médica advierte sobre los efectos negativos del horario de verano en la salud y el aprendizaje, las decisiones políticas han priorizado históricamente argumentos económicos y de seguridad, generando una política errática.

- Un debate sin fin: El próximo cambio de hora del 6 de septiembre no cierra la discusión. Por el contrario, consolida un modelo que normaliza la desincronización biológica y territorial, posponiendo una vez más una solución estructural.

Pregunta y Respuesta: Desarmando el reloj chileno

El próximo sábado 6 de septiembre, a la medianoche, la mayor parte de Chile continental adelantará sus relojes en 60 minutos para dar inicio al horario de verano (UTC-3). Lo que para muchos es un ritual bianual —acompañado de memes y quejas por el sueño perdido— es en realidad el síntoma más visible de un problema crónico y no resuelto: la incapacidad del país para definir un huso horario estable, coherente y que responda a sus diversas realidades geográficas y sociales. Dos meses después de que los medios anunciaran la fecha del cambio como un mero dato práctico, la perspectiva temporal permite analizar qué hay detrás de este simple ajuste. La respuesta es compleja: una fractura entre ciencia, política y territorio.

1. ¿Qué pasa realmente en Chile con la hora? ¿Por qué se habla de un país desincronizado?

Desde el 5 de abril de 2025, Chile continental vive en dos tiempos. Mientras la zona que abarca desde Arica hasta la Región de Los Lagos adoptó el horario de invierno (UTC-4), las regiones de Aysén y Magallanes decidieron, por segundo y octavo año consecutivo respectivamente, no retrasar sus relojes y permanecer en el horario de verano (UTC-3) todo el año.

Esta diferencia de una hora no es una anécdota, sino la consecuencia de una tensión histórica entre el centralismo y las necesidades locales. Magallanes adoptó su horario único en 2017 argumentando beneficios para el turismo y la vida cotidiana en una latitud donde la luz solar es un bien escaso. Aysén se sumó tras una consulta ciudadana que reflejó el mismo sentir. El resultado es un país temporalmente fragmentado durante el invierno, donde un viaje de Coyhaique a Puerto Montt implica un cambio de hora. El ajuste de septiembre no resuelve esta fractura; simplemente la oculta temporalmente al hacer que el resto del país se sincronice con el sur, hasta que el ciclo se repita en abril de 2026.

2. Si la ciencia tiene una postura, ¿por qué no se sigue?

La comunidad científica y médica, tanto en Chile como a nivel internacional, ha sido clara: el horario que mejor se alinea con el reloj biológico humano (los ritmos circadianos) es el de invierno (UTC-4 para Chile). Este horario sincroniza el amanecer con las horas en que la mayoría de la población inicia sus actividades, facilitando el despertar, mejorando el rendimiento cognitivo y reduciendo los riesgos para la salud asociados al llamado "jet lag social".

El horario de verano, en cambio, fuerza al cuerpo a despertar en oscuridad, desajustando los ciclos de sueño y vigilia. Los efectos son particularmente notorios en niños y adolescentes, cuyo rendimiento escolar se ve afectado. Sin embargo, las decisiones políticas han oscilado durante décadas, influenciadas por otros factores. Gobiernos de distinto signo han priorizado argumentos como el ahorro energético (hoy ampliamente cuestionado y considerado marginal), la seguridad pública (asumiendo que más luz por la tarde reduce la delincuencia) o el impulso al comercio y la recreación. Esta disonancia entre la evidencia científica y el pragmatismo político ha convertido el cambio de hora en una política pública errática, con decretos que se suceden sin una visión a largo plazo.

3. ¿Cómo hemos llegado a esta situación de inestabilidad?

La historia reciente del horario chileno es un vaivén de decisiones. En 2015, durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, se intentó establecer el horario de verano de forma permanente. La medida generó un fuerte rechazo ciudadano y de expertos debido a los oscuros amaneceres invernales, y fue revertida. Posteriormente, se regresó al sistema de cambios bianuales, regulado por el Decreto Supremo 1286 de 2018, que establece el calendario actual.

Este decreto, si bien otorga previsibilidad, no constituye una solución de fondo. Es más bien una tregua que reconoce la falta de consenso. La decisión de Aysén y Magallanes de desmarcarse demuestra que la norma no satisface a todos. La situación actual no es, por tanto, un diseño deliberado, sino el resultado de políticas fallidas y la creciente afirmación de las autonomías regionales frente a una norma concebida desde y para la zona central.

4. ¿Está el tema cerrado o seguirá en debate?

El debate está lejos de concluir. El próximo ajuste del 6 de septiembre es solo un capítulo más. La discusión de fondo sigue abierta y ha evolucionado: ya no se trata solo de si mantener o eliminar el cambio de hora, sino de si Chile puede funcionar con un único huso horario continental o si debe aceptar su diversidad geográfica con un sistema diferenciado de forma permanente.

La solución actual, con su fragmentación invernal, plantea desafíos logísticos y simbólicos. Mientras tanto, cada ciudadano se adapta como puede a un reloj que parece responder más a los ciclos políticos que a los solares. La pregunta que queda flotando, y que ningún decreto ha podido responder satisfactoriamente, es simple pero fundamental: ¿qué hora es la mejor para vivir en Chile? La respuesta, al parecer, depende no solo de la estación, sino de en qué parte del país se formule la pregunta.

El tema representa un debate nacional cíclico con profundas implicaciones sociales, económicas y de salud pública. La recurrencia de la discusión y los cambios de política a lo largo de los años ofrecen una rica narrativa sobre la toma de decisiones gubernamentales y su impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos. Analizarlo con distancia temporal permite examinar de manera integral la evidencia científica, las motivaciones políticas y las consecuencias a largo plazo que se pierden en la cobertura mediática inmediata, centrada únicamente en la fecha del próximo ajuste horario.