
América Latina se encuentra en un momento de tensión crítica, donde convergen viejas heridas y desafíos nuevos, cuyas consecuencias se extienden más allá de sus fronteras y configuran un escenario complejo para la democracia, el desarrollo y la convivencia social.
La presión extractiva no solo es territorial sino también humana: entre 2012 y 2024, al menos 1.692 defensores ambientales fueron asesinados o desaparecidos en América Latina, con vínculos directos a industrias extractivas. Esta violencia, sumada a la deforestación y el desplazamiento forzado, configura un cuadro de crisis ambiental y social que pone en jaque la sustentabilidad de la región.
En este contexto, figuras como Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador representan liderazgos que canalizan frustraciones populares con discursos radicales y soluciones autoritarias, mientras que sectores más moderados y tradicionales, incluidos los llamados "caviares", enfrentan cuestionamientos desde la izquierda más radical y la derecha conservadora.
Finalmente, la percepción ciudadana, como muestra la Encuesta Bicentenario UC, refleja un sentimiento de excepcionalidad chilena, con fuerte admiración hacia Estados Unidos por su modelo económico, pero distancia cultural y política respecto a la región latinoamericana. Este fenómeno de identidad nacional y aspiración externa es común en varios países y alimenta debates sobre integración regional y autonomía.
Perspectivas encontradas
Desde la visión institucional y académica, la solución pasa por fortalecer el Estado de derecho, modernizar organismos de seguridad y justicia, promover la transparencia y la cooperación regional, y reconocer los derechos indígenas como clave para la sustentabilidad ambiental.
En cambio, sectores políticos y sociales enfrentan disonancias profundas: mientras algunos abogan por políticas de mano dura contra el crimen y el narcotráfico, otros alertan sobre riesgos autoritarios y la necesidad de abordar causas estructurales como la desigualdad y la exclusión.
La polarización política y cultural, junto con la influencia de actores externos y la competencia geopolítica, complican aún más la posibilidad de consensos duraderos.
Conclusiones
La América Latina de 2025 se debate entre la persistencia de poderosos poderes ilegales y extractivos que socavan la democracia y el desarrollo, y la emergencia de nuevas fuerzas políticas que, con discursos radicales o moderados, intentan responder a las demandas ciudadanas.
La región no solo enfrenta un desafío de gobernabilidad y seguridad, sino también una crisis ambiental y social que requiere enfoques multidimensionales y respeto a la diversidad cultural y territorial.
El futuro dependerá de la capacidad de sus sociedades y gobiernos para superar fragmentaciones, fortalecer instituciones y construir proyectos políticos inclusivos, sostenibles y democráticos, que reconozcan la complejidad de sus realidades y las oportunidades de cooperación regional e internacional.
Este es el escenario que América Latina debe enfrentar, con sus monstruos y sus héroes, en el coliseo de la historia contemporánea.
2025-11-08