
Una cumbre marcada por ausencias y tensiones
La baja participación, que inicialmente amenazó con convertir el evento en un fracaso, fue parcialmente mitigada por la confirmación de última hora del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien acudió con la intención explícita de defender a los países latinoamericanos frente a presiones externas.
La sombra del presidente Trump y su impacto regional
Estas acciones han generado un ambiente de desconfianza y división. La inclusión de Petro y su familia en la llamada "Lista Clinton" por supuestos vínculos con el narcotráfico (sin pruebas concluyentes) ha tensado aún más las relaciones diplomáticas, afectando la asistencia de mandatarios a la cumbre y condicionando la agenda.
Diversidad de posturas y fracturas internas
La CELAC, una comunidad heterogénea de 33 países con gobiernos de distintas orientaciones políticas, enfrenta dificultades para consolidar una voz unificada. La ausencia de líderes como el chileno Gabriel Boric, la mexicana Claudia Sheinbaum, y el argentino Javier Milei, junto a la baja participación europea —con figuras como Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron y Friedrich Merz ausentes—, refleja la complejidad de la coyuntura.
Multilateralismo en entredicho y oportunidades pendientes
Pese a las dificultades, los organizadores y algunos asistentes defendieron la importancia del encuentro para reafirmar el multilateralismo en un mundo fragmentado. António Costa, presidente del Consejo Europeo, señaló: "En momentos en que el mundo amenaza con replegarse, esta cumbre reafirma la fuerza y vitalidad de la asociación de la UE con América Latina y el Caribe".
Por su parte, Petro y Lula coincidieron en la urgencia de fortalecer la unidad regional y buscar alternativas al predominio estadounidense, aunque las tensiones internas y externas complican esa tarea.
Sin embargo, la limitada ejecución hasta la fecha y la ambigüedad en los objetivos generan incertidumbre sobre si esta relación se consolidará como una alianza estratégica de largo plazo o seguirá siendo coyuntural y transaccional.
Conclusiones y desafíos a futuro
La cumbre UE-CELAC de Santa Marta expuso las tensiones geopolíticas que atraviesan América Latina y Europa en un contexto marcado por el resurgimiento del unilateralismo, la fragmentación política y la presión de actores externos, especialmente Estados Unidos bajo Trump.
La ausencia de líderes clave y la sombra de las sanciones y operaciones militares de EE.UU. evidencian que la región sigue siendo un tablero de juego donde confluyen intereses contrapuestos.
No obstante, la presencia de figuras como Lula y la persistencia del anfitrión Petro reflejan que hay voluntad para buscar caminos conjuntos, aunque el éxito dependerá de la capacidad para superar las divisiones internas, construir consensos y ofrecer respuestas concretas a los desafíos comunes como el cambio climático, la seguridad y el desarrollo sostenible.
La cumbre, lejos de ser un simple ritual diplomático, es un espejo de las contradicciones y esperanzas de dos regiones que intentan encontrar un rumbo propio en un mundo incierto.