Irán mantiene su pulso nuclear y enfrenta una crisis interna profunda: un tablero geopolítico y social en ebullición

Irán mantiene su pulso nuclear y enfrenta una crisis interna profunda: un tablero geopolítico y social en ebullición
Internacional
América Latina
2025-11-11
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- Irán descarta diálogo directo con EE.UU. tras recibir mensajes para retomar negociaciones nucleares.

- Liberación condicionada de rehenes franceses, símbolo de una diplomacia de canjes con múltiples capas.

- Plan de traslado de la capital por crisis hídrica, reflejo de problemas estructurales y tensiones sociales internas.

Irán se encuentra en un momento de máxima tensión y contradicciones, donde su política exterior y desafíos internos convergen en un escenario complejo que trasciende el tablero diplomático.

El 18 de octubre de 2025, Irán dio por finalizado el histórico acuerdo nuclear firmado en 2015, que limitaba su programa atómico a cambio del levantamiento de sanciones internacionales. Esto ocurrió tras la expiración oficial del pacto y la restauración de sanciones por parte de Francia, Alemania y Reino Unido, que consideran que Teherán incumplió sus compromisos.

Este paso marcó un punto de inflexión en la relación con Occidente, especialmente con Estados Unidos, que se retiró unilateralmente del acuerdo en 2018 y ha mantenido una política de sanciones duras. Sin embargo, en los días siguientes, Irán confirmó haber recibido mensajes de Washington a través de Omán para reactivar las negociaciones nucleares, aunque descartó cualquier diálogo directo y rechazó las condiciones que considera "inaceptables", como la renuncia al enriquecimiento de uranio y la limitación de su programa de misiles.

La portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Fatemé Mohayerani, confirmó el intercambio de mensajes, mientras que el ministro Abbas Araqchi abrió la puerta a conversaciones indirectas, aunque mantuvo una postura firme sobre la defensa de su soberanía tecnológica y militar.

Este tira y afloja refleja una diplomacia en la cuerda floja, donde la desconfianza mutua se mezcla con la necesidad pragmática de evitar una escalada mayor, que podría desencadenar un conflicto regional con consecuencias globales.

En paralelo, Irán anunció la reconstrucción de sus instalaciones nucleares destruidas durante la guerra de 12 días ocurrida en junio, con una capacidad superior, reafirmando que su programa es exclusivamente civil, amparado en un decreto religioso que prohíbe las armas atómicas.

Pero el drama iraní no se limita a la arena internacional. Internamente, el país enfrenta una crisis financiera profunda, evidenciada en la quiebra del Banco Ayandeh, uno de sus mayores bancos privados, con pérdidas acumuladas por más de 5.200 millones de dólares. Sus activos fueron absorbidos por el Banco Meli, estatal, en un movimiento que revela las fragilidades del sistema financiero golpeado por sanciones y mala gestión.

La crisis bancaria se suma a problemas estructurales como la escasez de agua, que ha llevado al presidente Masoud Pezeshkian a plantear el traslado de la capital desde Teherán hacia el sur del país, en la región de Makrán, debido a la "bancarrota hídrica", la sobrepoblación y el riesgo de hundimiento del terreno.

Esta idea, aunque discutida desde la presidencia de Ahmadinejad, cobra nueva fuerza en un contexto de deterioro ambiental y social alarmante, pero también genera escepticismo entre expertos y críticas internas que cuestionan la viabilidad y las intenciones políticas detrás del plan.

El traslado de la capital, de concretarse, implicaría un proyecto faraónico con costos millonarios y desafíos logísticos enormes, en un país cuya economía está asfixiada por sanciones y conflictos regionales.

En el plano social, el debate sobre el uso obligatorio del hiyab ha resurgido con fuerza. La reciente suspensión de la aplicación de la Ley de Hiyab y Castidad, aprobada en 2023 pero paralizada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, ha desatado tensiones entre sectores reformistas y ultraconservadores.

Declaraciones de figuras moderadas, como el presidente Pezeshkian y el miembro del Consejo de Conveniencia Mohammad-Reza Bahonar, han señalado una reforma gradual en la política sobre el velo islámico, generando una airada respuesta de legisladores y medios de línea dura que exigen la plena aplicación de la ley.

Este choque cultural y político refleja la lucha interna por definir el rumbo del régimen y su relación con la sociedad civil, en un momento donde la presión internacional y los problemas domésticos se entrelazan con la estabilidad del país.

Desde París, la liberación reciente de los profesores franceses Cécile Kohler y Jacques Paris, tras más de tres años de prisión en Irán bajo acusaciones de espionaje consideradas infundadas por el gobierno francés, añade otra capa a la compleja diplomacia iraní. Aunque excarcelados, permanecen en Teherán bajo restricciones, en un intercambio que involucra canjes de presos y tensiones bilaterales.

Este episodio es un ejemplo emblemático de la llamada "diplomacia de los rehenes" que Irán ha practicado desde 1979, utilizando a ciudadanos occidentales detenidos arbitrariamente como moneda de cambio en negociaciones políticas y económicas.

Voces contrapuestas

- Desde el gobierno iraní, la narrativa oficial sostiene la soberanía nacional, la legitimidad de su programa nuclear y la necesidad de resistir presiones externas, mientras se enfrentan a desafíos internos con medidas que buscan preservar el orden y la estabilidad.

- En Occidente, especialmente en EE.UU. y Europa, persiste la desconfianza hacia Irán, que se ve como un actor que viola acuerdos y utiliza tácticas coercitivas, aunque se reconoce la necesidad de mantener canales diplomáticos abiertos para evitar un conflicto mayor.

- En la sociedad iraní, el debate cultural y político está en plena ebullición, con sectores que reclaman reformas y mayor apertura, y otros que defienden el control estricto y la continuidad del sistema islámico.

Conclusiones

Irán hoy es un país en plena encrucijada, donde las tensiones geopolíticas, la crisis económica y financiera, la emergencia ambiental y los conflictos sociales se entrelazan en una narrativa compleja y contradictoria.

El fin del acuerdo nuclear de 2015 y la restauración de sanciones marcan una nueva etapa de confrontación, pero la persistencia de canales indirectos de diálogo indica que la vía diplomática sigue siendo una opción, aunque frágil y precaria.

La crisis interna, desde la quiebra bancaria hasta la posible mudanza de la capital y la disputa cultural sobre el hiyab, revela un país que lucha por adaptarse a cambios profundos bajo la presión de factores externos e internos.

El futuro de Irán dependerá de su capacidad para gestionar estas múltiples crisis, equilibrar sus intereses estratégicos y responder a las demandas sociales, en un contexto global cada vez más volátil y polarizado.