Temblores en Chile: Una sacudida constante que desafía la preparación nacional

Temblores en Chile: Una sacudida constante que desafía la preparación nacional
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-11
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- Serie continua de sismos moderados en distintas regiones del país durante los últimos tres meses.

- Debate sobre la preparación y respuesta estatal frente a la amenaza sísmica.

- Perspectivas diversas entre expertos, autoridades y comunidades afectadas.

Desde finales de agosto hasta comienzos de noviembre de 2025, Chile ha experimentado una sucesión sostenida de movimientos sísmicos, con magnitudes que oscilan entre 3.0 y 5.7 grados Richter. Estos temblores, aunque en su mayoría moderados y sin daños estructurales graves, han generado un ambiente de inquietud y reflexión profunda sobre la capacidad del país para enfrentar un eventual gran terremoto, como el devastador evento de 2010.

Entre el 18 de agosto y el 9 de noviembre, el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile reportó múltiples eventos sísmicos distribuidos desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de Magallanes, con epicentros en zonas como Isla Guamblin, Calama, Tongoy y Alto del Carmen, entre otros.

Este fenómeno no es nuevo para Chile, ubicado en el límite convergente entre las placas de Nazca y Sudamericana, pero la persistencia y frecuencia de estos sismos recientes han reactivado el debate público y técnico sobre la preparación nacional.

"Chile tiene una larga historia sísmica, pero la clave está en cómo aprendemos y adaptamos nuestras políticas y cultura de prevención", señala la geóloga Mariana Rojas, investigadora del Centro Sismológico Nacional.

Desde el gobierno, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) ha reiterado recomendaciones para la población, enfatizando la importancia de contar con planes familiares de emergencia, conocer las rutas de evacuación y mantener la calma ante los movimientos telúricos.

Senapred publicó guías prácticas y realizó campañas informativas durante este período, buscando mitigar la ansiedad y promover una respuesta ordenada ante posibles sismos de mayor intensidad.

Sin embargo, en el terreno social, las percepciones son heterogéneas. En zonas como el norte y centro del país, comunidades rurales y urbanas expresan preocupaciones no solo sobre la ocurrencia de un gran terremoto, sino también sobre la capacidad real de las autoridades para garantizar una respuesta efectiva y rápida.

"Las alertas son constantes, pero la ayuda tarda o no llega. La prevención debe ser real y no solo un discurso", comenta José Pérez, dirigente comunitario en Calama.

Por su parte, sectores políticos muestran divergencias. Algunos apuntan a fortalecer la inversión en infraestructura resiliente y sistemas de alerta temprana, mientras otros cuestionan la eficiencia de los recursos asignados y la coordinación interinstitucional.

La diputada Claudia Méndez plantea: "Es imprescindible revisar el modelo de gestión de riesgos y priorizar la inclusión social en los planes de emergencia."

Históricamente, Chile ha avanzado en normativas de construcción antisísmica y protocolos de emergencia, pero la reciente cadena de temblores pone en evidencia que la amenaza permanece latente y que la preparación debe ser un proceso dinámico y constante.

Los expertos coinciden en que, aunque no se puede predecir con exactitud cuándo ocurrirá el próximo gran terremoto, existen "áreas particularmente cargadas" que merecen especial atención y monitoreo continuo.

En conclusión, la serie de temblores que ha sacudido a Chile en los últimos meses funciona como un recordatorio de la vulnerabilidad del país ante la naturaleza. Más allá del ruido inmediato, la discusión madura que emerge involucra la necesidad de fortalecer la prevención, mejorar la comunicación entre autoridades y comunidades, y fomentar una cultura de resiliencia que no solo responda a la emergencia, sino que la anticipe y minimice sus impactos.

El desafío está en transformar la experiencia colectiva del miedo en acciones concretas, inclusivas y sostenibles, para que el próximo gran temblor no sea una tragedia anunciada, sino una prueba superada con éxito.