Guerra de Aranceles: El Tablero Global que Pone a Prueba el Modelo Chileno

Guerra de Aranceles: El Tablero Global que Pone a Prueba el Modelo Chileno
2025-07-09

- Lo que comenzó como un choque entre EEUU y China se ha convertido en una compleja negociación diplomática para Chile.

- El gobierno chileno utiliza el Tratado de Libre Comercio (TLC) como su principal argumento de defensa, pero el resultado es incierto.

- La crisis ha expuesto la vulnerabilidad de la economía abierta de Chile, forzando una inédita colaboración estratégica entre el sector público y privado.

Inicio Contextualizado: De la Incredulidad a la Negociación Estratégica

Lo que hace poco más de dos meses parecía un eco lejano de la política interna estadounidense, hoy es una realidad ineludible en los pasillos de La Moneda y en las sedes de los principales gremios exportadores de Chile. La decisión del presidente Donald Trump de imponer un arancel general del 10% a sus socios comerciales, incluyendo a Chile, ha transitado desde el shock inicial a una fase de intensas y complejas negociaciones. Lejos de ser un evento pasajero, la medida ha puesto en marcha un tablero geopolítico que obliga a Chile a revaluar su posición en un mundo donde las reglas del libre comercio, pilar de su desarrollo por décadas, son abruptamente cuestionadas.

Desarrollo Analítico: Una Escalada Global con Impacto Local

La cronología de los hechos revela una rápida escalada. A principios de abril, el anuncio del llamado “Día de la Liberación” por parte de Trump sacudió los mercados globales. La respuesta no se hizo esperar: China contraatacó con aranceles de hasta el 125% a productos estadounidenses, formalizando una guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo. Para Chile, la medida se tradujo en un arancel del 10%, una cifra que, aunque menor en comparación, encendió las alarmas por su potencial impacto en sectores clave.

Las consecuencias no tardaron en materializarse. A nivel corporativo global, gigantes como Ford Motor Company retiraron sus proyecciones de ganancias, estimando pérdidas por US$ 1.500 millones, evidenciando que la política proteccionista también genera costos internos significativos. Otros actores, como la Unión Europea y Canadá, se vieron forzados a entrar en un tenso diálogo con Washington. La UE se mostró dispuesta a negociar el arancel del 10% a cambio de exenciones, mientras que Canadá terminó cediendo en una disputa sobre impuestos tecnológicos para mantener abiertas las vías de negociación. Este escenario global demostró la seriedad de la postura estadounidense y la difícil encrucijada que enfrentan sus aliados y socios.

En Chile, la respuesta ha sido una combinación de diplomacia, estrategia técnica y movilización del sector privado. El Ministerio de Hacienda, liderado por Mario Marcel, rápidamente planteó la principal línea de defensa: el Tratado de Libre Comercio vigente con Estados Unidos, argumentando que el precedente con México y Canadá, donde se respetaron los acuerdos comerciales, debería aplicarse a Chile. Se iniciaron conversaciones formales entre la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) y la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR), y se activó el Consejo de Alto Nivel para la Respuesta Estratégica (CPEFI), convocando a ex autoridades y economistas para delinear una postura de Estado.

Perspectivas Contrastadas: Un Diálogo a Múltiples Bandas

La situación ha revelado un mosaico de intereses y presiones que coexisten en tensión:

  • La Postura de Estados Unidos: La administración Trump ha mantenido una retórica de “América Primero”, justificando los aranceles como una herramienta necesaria para revitalizar la industria nacional y corregir desequilibrios comerciales históricos. Su estrategia de negociación, calificada como agresiva, busca obtener concesiones claras y ha demostrado ser efectiva para presionar a otros países a la mesa de diálogo bajo sus términos.
  • La Estrategia del Gobierno Chileno: La administración del Presidente Gabriel Boric ha optado por un camino institucional y técnico. Por un lado, defiende la integridad del TLC en foros bilaterales. Por otro, busca fortalecer la posición negociadora a través de un consejo de expertos que trasciende al gobierno de turno. El objetivo es claro: lograr la exención total del arancel, o en su defecto, minimizar los daños al comercio.
  • La Voz del Sector Privado: Los gremios exportadores, desde Frutas de Chile y Vinos de Chile hasta SalmonChile y el Consejo del Salmón, han pasado de la preocupación a la acción. A través de la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham), han sostenido reuniones de lobby con la Subrei, entregando insumos técnicos y manifestando su respaldo a la gestión del gobierno. Sin embargo, también han tomado sus propias precauciones, contratando asesores en Washington para monitorear el proceso de cerca. Sus líderes, como Arturo Clement de SalmonChile e Iván Marambio de Frutas de Chile, han enfatizado la necesidad de actuar con prudencia pero con proactividad, reflejando la urgencia de un sector cuya competitividad está en juego.

Contexto y Estado Actual: Un Modelo a Prueba

Este conflicto no es un hecho aislado. Se enmarca en una tendencia global de creciente rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China, donde las economías abiertas y dependientes del comercio internacional, como la chilena, quedan expuestas a las decisiones de las grandes potencias. Durante más de 30 años, Chile basó su prosperidad en la apertura de mercados y la firma de tratados de libre comercio. La guerra de aranceles de Trump funciona como una prueba de estrés para este modelo, obligando al país a diversificar mercados y a desarrollar una diplomacia económica más sofisticada.

Actualmente, el tema sigue en pleno desarrollo. Las negociaciones entre Chile y Estados Unidos están en curso, con rondas técnicas que avanzan bajo un acuerdo de confidencialidad. La amenaza inmediata ha dado paso a un estado de incertidumbre prolongada. Si bien los mercados han mostrado volúmenes de optimismo ante las conversaciones, la resolución final está lejos de ser clara. Lo que sí es seguro es que este episodio ya ha dejado una lección: en el nuevo orden mundial, la habilidad para navegar la complejidad diplomática es tan crucial como la eficiencia productiva.

La historia presenta una clara evolución narrativa, desde la imposición inicial de medidas arancelarias hasta las complejas repercusiones internacionales y las respuestas estratégicas de diversos actores. Tras 90 días, las consecuencias económicas y políticas son visibles y medibles en múltiples sectores y países, permitiendo un análisis profundo que trasciende la cronología de los hechos. El tema ha madurado lo suficiente para examinar no solo los eventos, sino también los cambios en las dinámicas de poder global, el impacto en las cadenas de suministro y las tensiones diplomáticas resultantes, ofreciendo una rica oportunidad para la reflexión crítica sobre la interconexión de la política y la economía mundial.