Elecciones 2025 en Chile: La tensión entre obligatoriedad y desafección política a una semana del voto

Elecciones 2025 en Chile: La tensión entre obligatoriedad y desafección política a una semana del voto
Actualidad
Elecciones
2025-11-11
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- Obligatoriedad del voto que incorpora a 8,5 millones de nuevos electores.

- Fragmentación política y movimientos disruptivos que alteran el tablero tradicional.

- Desafíos en la calidad del debate y la percepción ciudadana sobre la corrupción y legitimidad democrática.

A siete días de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre, Chile transita un escenario de alta complejidad política y social, marcado por la incorporación masiva de nuevos votantes debido a la obligatoriedad del sufragio y la irrupción de actores que alteran la estabilidad del libreto político tradicional.

El padrón electoral alcanza los 15,6 millones de personas habilitadas, lo que implica un aumento de 8,5 millones de votantes respecto a la primera vuelta presidencial de 2021, cuando el voto era voluntario y participaron 7,1 millones.

Este cambio obliga a los candidatos a replantear sus estrategias, pues la nueva masa electoral tiene un perfil menos ideologizado y más permeable a discursos identitarios y problemáticas cotidianas, como ha señalado el académico Jonás Preller. La expectativa es que esta masa obligada a votar se informe más, tal como lo demuestran estudios internacionales, pero el nivel de conocimiento político y el compromiso aún están por verse en la práctica chilena.

El último debate presidencial, organizado por Archi, reunió a 4,5 millones de espectadores, cifra que supera ampliamente la audiencia promedio de la franja electoral, revelando un interés creciente en el proceso.

No obstante, la política chilena no solo enfrenta la novedad de la obligatoriedad. La derecha experimenta una crisis interna visible, con la irrupción del libertario Johannes Kaiser que ha cuestionado a figuras tradicionales como José Antonio Kast, generando tensiones y obligando a redefinir discursos en torno a valores y la "batalla cultural". En paralelo, la izquierda también muestra fisuras, como la declaración de Jeannette Jara sobre su posible suspensión de militancia comunista, lo que ha generado debates internos.

En el plano institucional, la percepción ciudadana se ve erosionada por casos de corrupción emblemáticos, como la trama Bielorrusa que involucra a exministros de la Corte Suprema y abogados, y que ha reavivado el debate sobre la transparencia y la ética en la política.

Expertos como Umut Aydin y Paz Cavada han señalado que, si bien los programas de los candidatos incluyen propuestas para combatir la corrupción, estas suelen centrarse en síntomas más que en transformaciones profundas, lo que pone en cuestión la capacidad real de los futuros gobiernos para enfrentar este desafío.

En el Congreso, la semana previa a las elecciones se ha caracterizado por iniciativas legislativas que buscan restituir derechos laborales, como el feriado bancario del 31 de diciembre, y avanzar en proyectos clave como la desalinizacion de agua de mar, reflejando una agenda que no se detiene pese a la cercanía de la votación.

Desde las regiones, la campaña electoral se vive con intensidad, y los sectores sociales muestran una pluralidad de voces que van desde el desencanto hasta la esperanza, con demandas que incluyen la mejora en servicios públicos, la justicia social y la transparencia.

“La obligatoriedad del voto amplía el debate público y obliga a los actores políticos a elevar la calidad de sus propuestas, pero también genera incertidumbre sobre cómo se comportará este nuevo electorado”, señala Jonás Preller, académico de la UDD.

“La lucha contra la corrupción no puede ser un tema menor ni un eslogan de campaña; requiere un compromiso real y sostenido que vaya más allá de la modernización del Estado”, advierten Umut Aydin y Paz Cavada, expertas en ciencia política.

En definitiva, las elecciones de 2025 se presentan como un verdadero coliseo donde se enfrentan no solo candidatos, sino visiones de país, expectativas ciudadanas y desafíos estructurales. La obligatoriedad del voto ha puesto en escena a un electorado renovado y diverso, mientras que la fragmentación política y los escándalos de corrupción tensan la confianza pública. La próxima semana será crucial para observar no solo quién gana, sino cómo Chile afronta sus contradicciones y busca legitimidad en su democracia.