
En las semanas previas a las elecciones presidenciales del 16 de noviembre de 2025, el candidato del Partido Nacional Libertario (PNL), Johannes Kaiser, ha irrumpido en la escena política chilena con una propuesta económica que ha sacudido el tablero y generado un debate intenso y polarizado. Su programa, que supera las 200 páginas y está inspirado en la Escuela Austriaca de economía, propone una profunda transformación del Estado, un ajuste fiscal sin precedentes y una audaz reforma tributaria que busca convertir a Chile en el país con la carga impositiva más baja y competitiva del mundo corporativo.
Esta propuesta ha capturado la atención no sólo de votantes sino también del mundo financiero, que observa con cautela y cierto nerviosismo el avance del libertario en las encuestas, donde actualmente disputa el tercer lugar. El impacto de sus ideas ha obligado a actores del mercado a incluir su programa en sus análisis, reconociendo que, aunque su viabilidad política es cuestionada, su llegada a la segunda vuelta no es descartable.
El programa también incluye la creación de una “CMF Pública” que fiscalice rigurosamente a las empresas públicas y al aparato estatal, buscando transparentar y auditar sectores como Codelco, donde se prevé una revisión exhaustiva de los últimos diez años de gestión. En paralelo, se plantea una reestructuración ministerial que reduciría las carteras de 25 a 9, agrupando funciones y eliminando duplicidades.
En el plano político, las reacciones son encontradas y vehementes. Desde la centroizquierda, la exministra Jeannette Jara y otros representantes han denunciado que el programa pone en riesgo beneficios sociales como la Pensión Garantizada Universal (PGU), acusaciones que Kaiser ha rechazado, afirmando que su plan no contempla recortes a la PGU sino un cambio en su financiamiento, basado en un fondo soberano minero y la reducción del gasto político.
En la derecha, la figura de Kaiser no ha logrado consenso. El presidente del Senado, Manuel José Ossandón (RN), ha expresado su rechazo a la candidatura libertaria, calificándola de “fanática” y declarando su apoyo anticipado a José Antonio Kast en caso de segunda vuelta. Esta división interna refleja una derecha fragmentada que enfrenta un desafío para definir su rumbo y unidad.
Más allá de las controversias, el programa económico de Kaiser ha sido elaborado por un equipo multidisciplinario que incluye académicos, economistas y empresarios, muchos de ellos vinculados a la Escuela Austriaca y con experiencia en universidades nacionales e internacionales. Su jefe económico, Víctor Espinosa, asegura que el plan es “de sentido común” y busca devolver a Chile el camino del crecimiento y la competitividad que, según ellos, se perdió en la última década.
Sin embargo, las dudas sobre la factibilidad política y social del plan son profundas. La magnitud de los recortes y la radicalidad de las reformas han generado rechazo en sindicatos, organizaciones sociales y amplios sectores políticos que advierten un riesgo de desestabilización y un retroceso en derechos sociales.
A seis días de la elección, el escenario se presenta como un verdadero coliseo donde se enfrentan no sólo proyectos políticos, sino visiones contrapuestas sobre el futuro del Estado, la economía y la sociedad chilena. Kaiser, con su discurso rupturista y su programa radical, desafía tanto a la centroizquierda como a la derecha tradicional, mientras la ciudadanía observa expectante y dividida.
Conclusiones:
- La irrupción de Johannes Kaiser representa un desafío a los modelos tradicionales de política y economía en Chile, con un programa que apuesta por un Estado mínimo, baja tributaria y fuerte fiscalización estatal.
- La viabilidad política de su plan es incierta, dada la fragmentación del espectro político y las críticas desde diversos sectores.
- Su ascenso obliga a un debate más profundo sobre el tamaño del Estado, la eficiencia fiscal y el rol de la política en la economía, temas que han estado relegados en la campaña.
- La tensión entre la radicalidad del discurso libertario y la necesidad de acuerdos y gobernabilidad será crucial para el futuro político del país.
Este episodio marca un punto de inflexión en la política chilena, donde las certezas se diluyen y las apuestas por el cambio se juegan en un terreno de alta incertidumbre y confrontación, con consecuencias que trascenderán más allá del día de la elección.