
En los días previos a la elección presidencial del 16 de noviembre de 2025, el candidato de extrema derecha José Antonio Kast protagonizó un episodio que trascendió la campaña electoral: su aparición pública dentro de una cápsula de vidrio blindado durante un acto en Viña del Mar. Este gesto, que recuerda las estrategias de protección usadas por figuras como Donald Trump, desató una ola de críticas, análisis y reacciones que revelan las múltiples dimensiones de un país dividido y temeroso.
Desde el oficialismo, la senadora Yasna Provoste (representante de Atacama, región afectada por la delincuencia) cuestionó el gesto, señalando que "lo realizado por el candidato Kast es querer gobernar desde el miedo" y preguntándose a quién realmente protege el blindaje: "¿A los ciudadanos o sólo a él?". Para Provoste, los ciudadanos viven en inseguridad mientras Kast se resguarda tras el vidrio, lo que profundiza la brecha entre gobernantes y gobernados.
En la vereda opuesta, la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, también criticó la seguridad extrema de Kast, pero con un enfoque que reconoce el miedo generalizado en la ciudadanía: "No solamente Kast tiene miedo, la mayoría de los chilenos tienen miedo a ser asaltados, a sufrir portonazos o abordazos". Sin embargo, Matthei enfatizó que la solución no es el blindaje individual, sino un Estado que cumpla con su deber de seguridad pública.
El diputado y miembro del comando de Matthei, Ximena Ossandón, fue aún más dura, señalando que la imagen de Kast contrasta con la valentía que dice representar y cuestionando cómo pretende gobernar "si le tiene miedo a su propia gente".
Por su parte, el exdiputado y líder del Partido Progresista Marco Enríquez-Ominami (ME-O) acusó a Kast de manipular el miedo con esta puesta en escena, apuntando a que el blindaje es un recurso para capitalizar la inseguridad ciudadana en votos.
Este episodio no puede entenderse sin considerar el contexto de inseguridad que vive el país, con cifras al alza en delitos violentos y una ciudadanía que demanda respuestas firmes. Kast ha hecho de la seguridad uno de sus ejes centrales, prometiendo mano dura y control férreo de la migración irregular. Sin embargo, la contradicción entre su discurso y la imagen de vulnerabilidad que proyecta al protegerse tras un vidrio antibalas ha generado una paradoja difícil de soslayar.
Además, esta puesta en escena ha tenido repercusiones internacionales, recordando a observadores y analistas la influencia de modelos populistas y autoritarios, como los vistos en Estados Unidos con Trump. El presidente Gabriel Boric, por ejemplo, ha criticado abiertamente a Trump, y la réplica de Kast con este tipo de actos añade un componente simbólico a la disputa política local.
Desde la perspectiva ciudadana, la imagen del líder político protegido por un blindaje puede ser interpretada como un signo de desconexión con la realidad que viven millones de personas, o bien, como una señal de la gravedad de la crisis de seguridad que atraviesa el país.
Finalmente, el episodio de la cápsula blindada deja varias constataciones: primero, que la inseguridad es un tema central y real en el debate político chileno; segundo, que las formas de abordarla y comunicarla están marcadas por la polarización y la teatralidad; y tercero, que el liderazgo político se enfrenta a un desafío de credibilidad y conexión con la ciudadanía.
El blindaje físico de Kast es también un blindaje simbólico que revela la fragilidad de un país que busca seguridad, pero que teme a sus propios gobernantes. La campaña electoral de 2025 ha expuesto esta tensión con crudeza, y sus consecuencias se proyectan más allá de la jornada de votación.
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Fuentes: Cambio21, La Tercera, Cooperativa, declaraciones públicas de senadores y candidatos, análisis político contemporáneo.