
El pasado 8 de noviembre, durante la ceremonia de cambio de mando en Bolivia que marcó la asunción presidencial de Rodrigo Paz, un gesto aparentemente protocolar se transformó en un símbolo de las profundas tensiones políticas que atraviesan la relación entre Chile y Argentina. En un escenario donde la diplomacia suele buscar la cordialidad, el presidente chileno Gabriel Boric y su par argentino Javier Milei protagonizaron un saludo marcado por la distancia y la frialdad.
Este gesto, captado en la transmisión oficial y rápidamente viralizado, no pasó desapercibido ni en Chile ni en Argentina. Medios argentinos como Clarín calificaron la escena como "curiosa" y "llamativa". La distancia física entre ambos mandatarios fue interpretada como un reflejo palpable de la relación tensa que mantienen desde antes de que Milei asumiera la presidencia en 2023.
En el plano diplomático, episodios como la negativa del canciller argentino a asistir a actos conjuntos con Boric y declaraciones públicas que han tensado la relación, así como la nota de protesta chilena tras comentarios del ministro de Economía de Argentina, Luis Caputo, han marcado un deterioro que supera el mero desencuentro personal.
Sin embargo, desde la oposición, especialmente diputados del Partido Republicano, las críticas fueron duras. Luis Fernando Sánchez afirmó que "nos avergüenza a todos" y reprochó la falta de dignidad en la representación de Chile. Sofía Cid agregó que Boric "prefiere el show ideológico antes que representar con dignidad a Chile", evidenciando la polarización interna que también se refleja en la relación bilateral.
Esta escena, aunque breve, expone la complejidad de las relaciones políticas en América Latina, donde las diferencias ideológicas entre mandatarios se traducen en gestos y acciones que van más allá del protocolo. La frontera de 5.300 kilómetros que comparten Chile y Argentina no solo es geográfica, sino también el escenario de un choque entre visiones de Estado y sociedad.
En conclusión, el saludo entre Boric y Milei no es un simple acto de cortesía, sino un síntoma visible de una fractura política que afecta no solo a sus gobiernos, sino también a la percepción ciudadana y a la dinámica diplomática regional. La escena invita a reflexionar sobre cómo las diferencias ideológicas profundas pueden influir en la diplomacia y qué caminos podrían abrirse para superar estas barreras en un contexto latinoamericano que demanda cooperación y diálogo.
Fuentes consultadas incluyen La Tercera, BioBioChile, El País Chile, Clarín, y declaraciones oficiales de la ministra Camila Vallejo y parlamentarios del Partido Republicano.
2025-11-07
2025-11-01