
Chile en la encrucijada de la innovación territorial y social
Antofagasta, con su fuerte base minera, ha emergido como un 'laboratorio natural' para la innovación en tecnologías limpias y minería inteligente. El gobernador Ricardo Díaz destaca la articulación público-privada y la inversión en capital humano avanzado, con más de $45 mil millones adjudicados en la última década para proyectos de I+D, lo que ha permitido la creación de centros especializados en litio, energías renovables y próximamente un centro aeroespacial.
En Valparaíso, el ecosistema se caracteriza por su infraestructura portuaria estratégica y la colaboración multisectorial. El gobernador Rodrigo Mundaca resalta la "Alianza por el Desarrollo" que incluye municipios, universidades y gremios, y la creación del Distrito de Innovación V21, que alberga el Centro de Supercómputo para IA aplicada y el Startup Lab Valparaíso. Sin embargo, persisten desafíos en la transferencia tecnológica y el acceso a financiamiento privado.
Biobío, por su parte, avanza con un enfoque en industrias forestales, siderúrgicas y agroacuícolas. El gobernador Sergio Giacaman describe un ecosistema robusto, pero reconoce la necesidad de fortalecer la infraestructura habilitante para escalar prototipos y validar tecnologías en condiciones reales. Destacan proyectos en manufactura avanzada y economía circular, con un crecimiento del 72% en iniciativas que promueven sostenibilidad.
Los Lagos, epicentro de la salmonicultura y biotecnología, ha experimentado un dinamismo notable desde la pandemia, cuando profesionales migraron al sur impulsando la innovación. El gobernador Alejandro Santana subraya la creación del Centro Tecnológico en Economía Circular y la adjudicación del Startup Lab Los Lagos, que busca potenciar empresas de base científico-tecnológica con financiamiento de hasta US$10 millones en cinco años. La región se posiciona como un polo descentralizado que atrae talento y capital.
El biministro Álvaro García y el subsecretario Julio Salas enfatizan que estas medidas buscan fortalecer un sector tradicional, mejorar la seguridad económica de las familias y asegurar el abastecimiento de pescados y mariscos a precios razonables.
Sin embargo, la innovación no está exenta de desafíos. En el plano tecnológico, la transferencia desde la academia a la industria sigue siendo un cuello de botella, especialmente en regiones como Biobío y Valparaíso. La concentración de mercado y la necesidad de fortalecer la competencia son temas que también emergen en el debate económico nacional.
En la esfera política, la discusión sobre la multipropiedad en clubes deportivos refleja tensiones entre derechos de propiedad y regulación, evidenciando que la innovación institucional es tan necesaria como la tecnológica.
Finalmente, casos como la biotecnológica ByBug en Coquimbo ilustran que la innovación profunda puede surgir desde territorios alejados de los grandes centros urbanos, aunque la falta de ecosistemas consolidados y apoyo institucional siga siendo un obstáculo.
Conclusiones:
Chile está en una etapa crucial donde la innovación territorial se traduce en oportunidades concretas para regiones tradicionalmente marginadas del desarrollo tecnológico. La articulación entre sectores público y privado, el fortalecimiento de capital humano y la diversificación productiva son pilares para consolidar estos polos.
Al mismo tiempo, la inclusión social y la sostenibilidad deben ser parte inseparable de este proceso, como lo demuestran las medidas para la pesca artesanal y los debates sobre regulación institucional.
El camino hacia un Chile innovador y equitativo requiere no solo tecnología avanzada, sino también instituciones que promuevan la competencia, la experimentación y la responsabilidad social, evitando caer en un desarrollo fragmentado o excluyente.
Este balance entre innovación y equidad será clave para que las promesas tecnológicas se traduzcan en bienestar real para la mayoría de la población.