Inversión en I+D en universidades regionales: Un despertar tardío con múltiples desafíos

Inversión en I+D en universidades regionales: Un despertar tardío con múltiples desafíos
Economía
Empresas y Negocios
2025-11-11
Fuentes
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- Incremento significativo en inversión en I+D en universidades regionales durante la última década.

- Dependencia pública de financiamiento y brechas entre instituciones.

- Impacto desigual: avances en innovación contrastan con desafíos estructurales y limitaciones locales.

En el último decenio, las universidades regionales en Chile han protagonizado un giro notable en su compromiso con la innovación y el desarrollo tecnológico.

Según datos recientes, la inversión promedio anual en actividades de Investigación y Desarrollo (I+D) en estas casas de estudio alcanza cerca de $7 mil millones, con instituciones como la Universidad de Concepción y la Universidad Técnica Federico Santa María liderando con $28 mil millones y $15 mil millones, respectivamente.
Este impulso responde a una estrategia que busca no solo mejorar la capacidad científica, sino también fortalecer la vinculación con el sector productivo regional, en áreas tan diversas como minería, agroindustria y biotecnología.

Sin embargo, esta bonanza tiene matices y tensiones que ponen en evidencia la complejidad del proceso. Por un lado, la dependencia de recursos públicos —provenientes de organismos como ANID, Corfo y gobiernos regionales— sigue siendo la regla, lo que limita la autonomía y la sostenibilidad financiera de los programas de I+D. Por otro, la distribución de fondos y capacidades es desigual, reflejando diferencias en antigüedad, acreditación y especialización.

María José Gallardo, vicerrectora de Investigación de la Universidad de Atacama, señala: “Somos la universidad que recibe menos recursos del Estado (…) eso nos hace tener una brecha estructural bastante grande”.
Esta realidad contrasta con el caso de la Universidad Técnica Federico Santa María, que desde los años 80 ha consolidado una tradición de innovación vinculada al sector productivo, particularmente a través de la creación de Empresas de Base Científico Tecnológica (EBCT).

En términos de resultados concretos, algunas universidades han logrado posicionarse en rankings nacionales e internacionales, aumentar el número de patentes y licenciamientos, y exportar tecnologías, como la Universidad de Concepción con sus mallas fotoselectivas para la industria agrícola. Sin embargo, la dispersión regional y la dificultad para atraer y retener talento especializado, especialmente fuera de la Región Metropolitana, constituyen obstáculos persistentes.

Por ejemplo, la Universidad de Talca destaca por sus avances en transferencia tecnológica, pero enfrenta el reto de atraer profesionales a la región del Maule, lo que implica mayores inversiones en formación y equipos.

Desde una mirada socioeconómica, esta inversión en I+D no solo busca generar conocimiento, sino también contribuir al desarrollo regional, fomentar la diversificación productiva y reducir las brechas territoriales. La Universidad de Playa Ancha, por ejemplo, se ha alineado con la estrategia regional de desarrollo de Valparaíso, integrando investigación, innovación y creación en diálogo con su entorno.

No obstante, la sostenibilidad de este modelo requiere superar varios desafíos estructurales: fortalecer el patentamiento y la transferencia tecnológica, ampliar la base de financiamiento privado, y consolidar redes de colaboración entre universidades, empresas y gobiernos locales. También es necesario atender las críticas sobre la calidad y pertinencia de la formación, así como la necesidad de políticas públicas que incentiven la innovación en las regiones.

Aldonza Jaques, directora de Innovación de la UTFSM, apunta a que “muchas veces, la creación de empresas de base científica es el mejor camino para que el conocimiento termine en productos y tecnologías de aplicación social”.

Finalmente, aunque el aumento de recursos y proyectos es una señal positiva, la inversión en I+D en universidades regionales aún está lejos de alcanzar niveles comparables a países desarrollados o a la capital. La brecha en productividad y capacidad innovadora persiste, y la dependencia de fondos públicos hace que cualquier cambio en el escenario político o económico pueda afectar el ritmo de avance.

En suma, la apuesta por la innovación en regiones chilenas es un proceso en marcha, que ha madurado con resultados visibles pero que aún demanda un compromiso estratégico más integral y sostenido para transformar el potencial científico en desarrollo económico y social tangible.

Este análisis se basa en informes y datos recopilados por el Ministerio de Ciencias, el Consejo de Rectores, y estudios complementarios publicados por Diario Financiero y otras fuentes nacionales, que reflejan tanto la evolución como los desafíos del ecosistema de innovación regional en Chile.