
Un nuevo escenario empresarial se despliega en Chile, donde el poder ya no reside exclusivamente en la capital, sino que se fragmenta y multiplica en las regiones. La Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), bajo la presidencia de Susana Jiménez, y la Multigremial Nacional de Emprendedores (MNE), liderada por Juan Pablo Swett, protagonizan una cruzada para llevar las voces regionales al debate nacional, una gesta que ha madurado durante los últimos cuatro años y que hoy exhibe sus frutos y tensiones.
Para Jiménez y su vicepresidente Daniel Mas, el contacto directo con las regiones ha sido revelador.
Por su parte, la Multigremial Nacional de Emprendedores, que nació en 2014 como respuesta a la reforma tributaria de Alberto Arenas, ha expandido su influencia hasta Rapa Nui, sumando a su red 20 multigremiales regionales y más de 220 gremios.
Este despliegue regional también se refleja en la Cámara Nacional de Comercio (CNC), con José Pakomio como presidente, quien desde su origen en Rapa Nui impulsa una agenda que privilegia el diálogo y la conexión con localidades pequeñas y alejadas.
Sin embargo, esta descentralización no está exenta de tensiones y desafíos. La multiplicidad de voces regionales obliga a la CPC y a la Multigremial a equilibrar intereses dispares, desde la agricultura en el sur hasta la minería y la inmigración en el norte. Además, la relación con el poder político y la formulación de políticas públicas se vuelve más compleja, pues las demandas regionales no siempre encajan en la agenda centralizada tradicional.
Este fenómeno tiene consecuencias palpables. Por un lado, fortalece la representatividad y la legitimidad del empresariado nacional, al incorporar realidades diversas y problemáticas locales. Por otro, desafía la hegemonía de Santiago como centro del poder económico y político, obligando a repensar mecanismos de diálogo y toma de decisiones.
En definitiva, la cruzada de la CPC y la Multigremial es un pulso entre el centro y la periferia, una batalla que no busca anular diferencias sino hacerlas visibles y negociables. La descentralización empresarial, con sus luces y sombras, es hoy un eje ineludible para entender el Chile que viene.
Verdades y consecuencias:
- La vinculación directa con las regiones ha permitido a la CPC y a la Multigremial dimensionar mejor los problemas locales, pero también ha evidenciado la heterogeneidad y complejidad de las demandas territoriales.
- La emergencia de liderazgos regionales, como en Rapa Nui, abre espacios inéditos de representación, aunque también tensiona la articulación nacional.
- La descentralización empresarial contribuye a democratizar el debate público, pero requiere nuevas formas de coordinación y diálogo que respeten las particularidades sin fragmentar la acción colectiva.
Este proceso, en marcha desde hace años, no es un mero cambio administrativo, sino un replanteamiento profundo del poder económico y político en Chile que tendrá repercusiones en las próximas décadas.
2025-10-12
2025-11-04
2025-11-04