Temblores en Chile: La calma aparente tras una intensa actividad sísmica reciente

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Actualidad
Sociedad
2025-11-11
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Constante actividad sísmica en diversas regiones, preparación ciudadana y estatal en debate, divergencias sobre riesgos y respuestas futuras.

Durante los últimos meses, Chile ha experimentado una serie sostenida de movimientos sísmicos que, aunque en su mayoría de magnitud moderada, han reactivado la atención pública y técnica sobre la preparación ante terremotos. Desde septiembre hasta noviembre de 2025, el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile ha reportado una cadena de sismos con magnitudes que han fluctuado entre 3.1 y 4.9, localizados principalmente en zonas del norte y centro del país, como Quintero, Socaire, Calama y Copiapó.

El 22 de agosto, un sismo de magnitud 4.9 sacudió la zona de San Antonio de los Cobres, mientras que el 7 de septiembre otro de 4.4 se registró en Socaire, evidenciando una actividad sísmica significativa en áreas consideradas críticas.

Este fenómeno no es aislado ni inesperado. Chile, ubicado en el límite entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, vive una realidad geológica marcada por la constante tensión de estas masas continentales. Sin embargo, la reciente secuencia de sismos ha puesto en el centro del debate público y político la eficacia de las medidas de prevención y respuesta ante un eventual gran terremoto.

Perspectivas en pugna

Desde el gobierno y las instituciones de gestión de riesgos, como Senapred, se ha insistido en la necesidad de mantener la calma y reforzar las campañas de educación ciudadana. Las recomendaciones incluyen protocolos claros para actuar durante y después de un sismo, actualización de infraestructuras y simulacros periódicos.

"La preparación es la mejor defensa. Estos temblores nos recuerdan que debemos estar siempre listos", señaló una autoridad de Senapred en una reciente entrevista.

En contraste, sectores de la academia y la sociedad civil han expresado inquietudes sobre la percepción de seguridad que se transmite a la población. Algunos expertos advierten que la frecuencia de estos sismos podría ser indicativa de una acumulación de energía que, eventualmente, podría desencadenar un terremoto de mayor magnitud, similar al ocurrido en 2010.

El geólogo Andrés Salazar explica: "Hay áreas particularmente cargadas, con potencial para un gran evento sísmico. La sociedad debe comprender que la ausencia de un gran terremoto en años recientes no implica que el riesgo haya desaparecido".

Por otro lado, comunidades locales, especialmente en el norte y centro del país, viven con una mezcla de resignación y alerta constante. La experiencia histórica de desastres naturales ha generado una cultura de prevención, pero también un desgaste psicológico que no debe subestimarse.

Consecuencias y aprendizajes

A partir de este ciclo sísmico, se pueden establecer algunas certezas: primero, que la actividad sísmica en Chile continúa siendo una realidad ineludible y que la preparación debe ser permanente y adaptativa. Segundo, que la comunicación pública debe equilibrar el rigor científico con la sensibilidad social para evitar la alarma innecesaria sin caer en la complacencia.

Finalmente, la reciente oleada de temblores ha reactivado la discusión sobre la inversión en infraestructura resiliente, la actualización de normativas urbanísticas y la integración de las comunidades en los procesos de gestión del riesgo.

El desafío para Chile es, entonces, convivir con su geografía sísmica sin perder la capacidad de anticipación y respuesta, reconociendo las diferencias de perspectiva como un motor para construir una sociedad más informada y preparada.