La campaña de deportación masiva de Trump y su sombra en las calles: miedo, abusos y un presidente insatisfecho

La campaña de deportación masiva de Trump y su sombra en las calles: miedo, abusos y un presidente insatisfecho
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-11
Fuentes
elpais.com www.latercera.com www.latercera.com elpais.com www.latercera.com elpais.com english.elpais.com english.elpais.com elpais.com elpais.com elpais.com elpais.com elpais.com elpais.com english.elpais.com www.latercera.com

- Deportaciones récord con más de 400.000 expulsiones, lejos del millón prometido.

- Tácticas agresivas que han extendido el miedo entre migrantes y ciudadanos.

- Controversia legal y social entre tribunales, comunidades afectadas y el gobierno estadounidense.

La segunda administración de Donald Trump ha impulsado una campaña de deportación sin precedentes que, a casi un año de su inicio, ha dejado una estela de miedo, abusos y fracturas sociales en Estados Unidos.

Desde enero de 2025, más de 400.000 personas han sido deportadas, cifra récord que sin embargo no satisface al presidente, quien mantiene la meta de un millón anual.
Este objetivo ha llevado a la expansión de redadas y detenciones en el interior del país, desplazando la atención desde la frontera hacia las calles, escuelas, iglesias y hospitales, lugares antes considerados "zonas seguras" para migrantes. La agresividad del operativo ha provocado protestas masivas, especialmente en ciudades gobernadas por demócratas como Chicago, Los Ángeles y Washington D.C., donde la Guardia Nacional ha sido desplegada bajo el argumento de una crisis de seguridad vinculada a la inmigración indocumentada.

El aumento en las detenciones ha saturado los centros de ICE, que albergan a 61.000 personas en custodia al cierre de agosto, y se proyecta que esta cifra podría casi duplicarse para enero de 2026.
Las condiciones en estos recintos han sido denunciadas por maltrato, hacinamiento, falta de acceso a atención médica e incluso muertes, con 23 fallecimientos reportados en 2025, la cifra más alta en dos décadas.

En paralelo, la administración ha promovido un endurecimiento legal que ha eliminado protecciones como el Estatus de Protección Temporal (TPS) y el parole humanitario, dejando a cientos de miles de personas vulnerables a la deportación. Para quienes no pueden ser devueltos a sus países de origen, el gobierno ha recurrido a acuerdos con terceros países africanos, cuyas garantías en materia de derechos humanos son cuestionadas.

"Ha sido mucho más agresivo de lo que nadie esperaba, más brutal. Ha actuado prácticamente sin respeto por la ley, violando los derechos de las personas y recibiendo advertencias casi semanales de los tribunales",
señala Matt Barreto, profesor de Ciencias Políticas en UCLA, evidenciando la disonancia entre la política migratoria y las normas jurídicas vigentes.

La judicialización de estas medidas es intensa: múltiples fallos han cuestionado la legalidad de las órdenes ejecutivas, aunque la Corte Suprema, con mayoría conservadora, ha avalado algunas prácticas polémicas, como el uso del perfil racial para justificar detenciones. Esta dinámica ha generado una atmósfera de incertidumbre y temor tanto en migrantes como en ciudadanos estadounidenses, quienes ahora portan documentos de identidad por precaución.

El despliegue de agentes de ICE en operativos sin identificación clara, en vehículos sin placas oficiales y con tácticas que recuerdan a los cazadores de recompensas, ha exacerbado la sensación de inseguridad y arbitrariedad.
En comunidades latinas y negras, las detenciones masivas han roto familias y generado una crisis humanitaria silenciosa. Organizaciones defensoras de derechos humanos denuncian la ausencia de debido proceso, con expulsiones sumarias y detenciones prolongadas sin acceso a abogados o familiares.

Desde la perspectiva del gobierno, la política responde a la promesa electoral de "recuperar el control" y reducir la inmigración ilegal, presentando la deportación masiva como un logro histórico. Sin embargo, la realidad exhibe un cuadro complejo donde las consecuencias sociales, jurídicas y humanitarias se entrecruzan con intereses políticos y económicos.

Este escenario plantea preguntas profundas sobre la democracia, el respeto a los derechos humanos y la cohesión social en Estados Unidos. La campaña de deportación de Trump no solo redefine las fronteras físicas, sino también las simbólicas entre legalidad y arbitrariedad, entre seguridad y miedo, dejando a millones en la incertidumbre y al país en una encrucijada.

Fuentes consultadas incluyen reportajes de EL PAÍS, análisis del Migration Policy Institute y declaraciones de académicos y activistas, que convergen en la urgencia de reflexionar sobre el costo humano y democrático de esta política migratoria.