Frankenstein de Guillermo del Toro: La ambición visual que reaviva el mito con mirada humana

Frankenstein de Guillermo del Toro: La ambición visual que reaviva el mito con mirada humana
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Cultura popular
2025-11-11
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- Un proyecto de medio siglo que cristaliza la obsesión infantil de un cineasta mexicano.

- Una criatura humanizada que desafía la imagen tradicional del monstruo.

- Un estreno controvertido que mezcla ovación y críticas por su duración y narrativa.

Desde hace más de 50 años, Guillermo del Toro acariciaba el sueño de llevar a la pantalla la historia de Frankenstein, ese clásico gótico de Mary Shelley que desde niño lo fascinó y marcó su imaginario.

A sus 61 años, el director mexicano finalmente concretó su ambiciosa adaptación, estrenada en cines limitados y disponible desde el 7 de noviembre de 2025 en Netflix.

La película no es solo una revisión más del mito; es un fresco visual colosal que despliega un mundo gótico de gran escala, donde la criatura —interpretada por Jacob Elordi— emerge no como un monstruo aterrador, sino como un ser con una profunda humanidad y sensibilidad. Oscar Isaac encarna a Víctor Frankenstein, un hombre marcado por una infancia rota, cuya ambición y desesperación por vencer la muerte lo llevan a crear un ser que, a su vez, refleja la tragedia y la soledad de su creador.

“Para mí, la biografía de la humanidad es una de familias rotas”, confesó Del Toro en su estreno en Ciudad de México, señalando que su Frankenstein es, en el fondo, la historia de un niño lastimado que intenta sanar sus heridas a través de su creación, solo para reproducir la brutalidad que lo marcó.

El filme se estructura en tres partes: un preludio en el Ártico, seguido por dos relatos en primera persona, uno desde la perspectiva del doctor y otro desde la criatura. Esta narración múltiple busca dar voz y profundidad a ambos protagonistas, humanizando a la criatura y desafiando la visión tradicional de un monstruo sin alma.

Con una duración de 149 minutos, la película ha generado opiniones encontradas. Mientras muchos críticos valoran la riqueza visual y la profundidad emocional, otros señalan que la cinta se extiende más allá de lo necesario, con diálogos y explicaciones que a ratos sobran y frenan el ritmo.

La apuesta estética es contundente: Del Toro rehúye el uso excesivo de efectos digitales, prefiriendo escenarios reales, maquillaje artesanal y vestuarios que aportan textura y vida al universo narrativo. Christoph Waltz y Mia Goth completan el elenco, aportando matices a una historia que, pese a su origen decimonónico, resuena con temas contemporáneos como la paternidad, el rechazo social y la búsqueda de identidad.

“La película trata de mostrar nuestro derecho a la imperfección, a entendernos como seres humanos en circunstancias opresivas”, dijo Del Toro en Venecia, donde la obra fue ovacionada por 13 minutos, un reconocimiento a la pasión y dedicación volcadas en el proyecto.

Sin embargo, no todo es elogio. Algunos críticos han señalado que la película, por momentos, parece un espectáculo visual sin la tensión necesaria para sostener el drama, y que su narrativa a veces se sobreexplica, restando espacio a la interpretación del espectador.

Desde su estreno, la película ha reavivado el debate sobre la exhibición cinematográfica en la era del streaming. La limitada presencia en salas y su llegada rápida a Netflix evidencian las tensiones entre el cine tradicional y las plataformas digitales, un tema que Del Toro ha abordado con honestidad, defendiendo el valor de la pantalla grande y la magnitud de las ideas que el cine debe transmitir.

En paralelo, el monstruo de Frankenstein vuelve a ser objeto de análisis más allá de la pantalla. En la novela y en la película, se revela como un ser vegetariano, una elección que conecta con las convicciones románticas del siglo XIX sobre la moralidad, la salud y la relación con la naturaleza, un detalle poco conocido que aporta una nueva dimensión ética al personaje.

En definitiva, esta versión de Frankenstein es un monumento a la ambición artística de Del Toro, un espejo de su sensibilidad y un homenaje a la complejidad humana detrás del mito. Pone en escena la eterna pregunta: ¿qué significa ser humano? y lo hace con la fuerza de un coloso visual y emocional que invita a la reflexión, al amor y al perdón, en tiempos donde la polarización y la deshumanización parecen dominar.

Fuentes: BBC News Mundo, El País, WIRED, Cooperativa.cl, Diario Financiero.