
El lunes 10 de noviembre de 2025 se cerró el ciclo de debates presidenciales con el esperado encuentro organizado por la Asociación Nacional de Televisión (Anatel). En un escenario que reunió a los ocho candidatos que buscan la presidencia de Chile, la cita fue la última oportunidad para convencer a los electores indecisos antes de la primera vuelta del 16 de noviembre.
El principal foco estuvo puesto en Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, Amarillos y Demócratas, quien desde su comando proyectó confianza en que será la opción que disputará la segunda vuelta frente a la oficialista Jeannette Jara.
Esta apuesta, sin embargo, se vio tensionada por el crecimiento del libertario Johannes Kaiser, quien en las semanas previas al debate escaló posiciones en las encuestas, restando apoyo tanto a Matthei como a José Antonio Kast. La irrupción de Kaiser añadió un nuevo matiz a la disputa por la derecha, generando un escenario fragmentado y competitivo.
El debate mostró con claridad las diferencias profundas entre los candidatos. Por un lado, Matthei se presentó como la garantía de gobernabilidad y eficacia, con un discurso enfocado en la seguridad y la necesidad de una oposición fuerte que pueda aprobar leyes que, según su equipo, la izquierda ha bloqueado.
Por otro lado, Jeannette Jara, que lidera las encuestas junto a Kast, defendió la continuidad del actual gobierno con matices propios, enfatizando en la necesidad de políticas sociales y económicas que respondan a las demandas ciudadanas. Su vínculo con el Partido Comunista, que aseguró será uno más dentro de su eventual administración, marcó un punto de tensión con la derecha.
Kaiser, en tanto, se posicionó como una alternativa radical, con propuestas que apelan a la desconfianza hacia los partidos tradicionales y un llamado a un cambio profundo.
Desde las regiones, el debate fue recibido con expectativas diversas. En el norte, la preocupación por la seguridad y la migración ilegal resonó con fuerza, mientras que en el sur, la agenda social y los derechos indígenas fueron temas que los candidatos abordaron con distinta intensidad.
Ciudadanos entrevistados tras el debate expresaron una mezcla de escepticismo y esperanza. Muchos valoraron la oportunidad de conocer las propuestas en profundidad, pero también manifestaron cansancio ante la polarización y los discursos que, en ocasiones, parecieron más dirigidos a sus bases que a un diálogo constructivo.
En definitiva, el debate funcionó como un espejo de la complejidad del electorado chileno en 2025: un país dividido, donde las certezas se diluyen y las decisiones electorales se juegan en los márgenes. La próxima semana, cuando las urnas hablen, Chile deberá lidiar con las consecuencias de esta pugna política que, más allá de las promesas, revela la profunda crisis de representación que atraviesa la democracia nacional.
---
Fuentes: La Tercera, 24 Horas, El Informador Chile, Cooperativa, Cambio21.