
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser un horizonte lejano para convertirse en una presencia tangible en las aulas chilenas. El 6 de noviembre de 2025, el científico informático chileno Sergio Somerville, con más de 40 años de experiencia internacional en educación y transformación digital, advirtió públicamente que "los estudiantes van a usar inteligencia artificial, se les permita o no". Esta afirmación no es menor, pues pone en jaque el modelo tradicional de enseñanza y evaluación, y plantea una pregunta que ya no admite dilación: ¿cómo deben adaptarse los docentes a esta realidad?
Somerville, en el marco del 4to Foro de Empleabilidad de la Universidad Autónoma, planteó que el desafío no está en prohibir el uso de IA, sino en integrarla como un "tercer participante" en el proceso educativo, junto al profesor y el alumno. "El profesor debe trabajar con el estudiante y con la inteligencia artificial. Lo importante es entrenar la capacidad de análisis crítico y enseñar a cuestionar las respuestas que da la máquina", enfatizó.
El debate en Chile refleja una tensión global. Por un lado, hay quienes temen que la IA pueda facilitar el plagio, la pérdida de habilidades básicas y la deshumanización del aprendizaje. Por otro, expertos como Somerville y otros educadores digitales ven en la IA una herramienta para potenciar el pensamiento crítico, la creatividad y el aprendizaje personalizado.
Desde el sector docente, algunos reconocen la falta de preparación y recursos para enfrentar esta nueva realidad. La necesidad de capacitación en competencias digitales y metodologías innovadoras es urgente, pues muchos profesores aún trabajan bajo paradigmas que no contemplan la coexistencia con agentes tecnológicos inteligentes.
En regiones más remotas, donde el acceso a tecnologías es desigual, la irrupción de la IA plantea un doble desafío: evitar que la brecha digital se amplíe y asegurar que la integración de estas herramientas no profundice las desigualdades. Expertos llaman a políticas públicas que garanticen infraestructura, formación docente y materiales adaptados a cada contexto.
Además, voces ciudadanas advierten que la incorporación de la IA debe ir acompañada de una reflexión ética profunda sobre el rol de la tecnología en la educación y la sociedad. "No se trata solo de usar IA, sino de formar ciudadanos críticos, capaces de discernir y apropiarse de estas herramientas sin perder su autonomía", señala una académica de la Universidad de Concepción.
- La inteligencia artificial ya no es una opción, sino una realidad inevitable en la educación chilena.
- Prohibir su uso es una estrategia insostenible; la adaptación y la integración formativa son imperativas.
- La formación docente en competencias digitales y pensamiento crítico es clave para enfrentar este cambio.
- La equidad educativa debe ser un eje transversal para evitar que la IA profundice las desigualdades regionales y sociales.
- Finalmente, la educación debe seguir siendo un espacio para la construcción de ciudadanía crítica, donde la tecnología sea una herramienta y no un fin en sí misma.
Este momento representa un punto de inflexión: la tragedia sería ignorar el cambio y perpetuar modelos obsoletos; la oportunidad, transformar la educación para un futuro donde humanos y máquinas coexistan en una relación de colaboración y cuestionamiento mutuo.