La complejidad de las maras en Guatemala: un conflicto que desafía soluciones rápidas

La complejidad de las maras en Guatemala: un conflicto que desafía soluciones rápidas
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-11
Fuentes
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- Control territorial y violencia extrema de las maras Barrio 18 y MS-13.

- Economía paralela basada en la extorsión, que afecta a miles de negocios y familias.

- Intentos gubernamentales y limitaciones estructurales para contener el poder de estas pandillas.

En Guatemala, la presencia y el poder de las maras Barrio 18 y Mara Salvatrucha (MS-13) han evolucionado hasta convertirse en un fenómeno complejo que trasciende el simple crimen organizado y condiciona la vida cotidiana de millones de personas.

A octubre de 2025, el país enfrenta una tasa de homicidios que supera el doble del promedio mundial, con más de 2.100 muertes violentas en ocho meses, atribuibles en gran parte a estas pandillas. La extensión territorial de sus células, o clicas, y su capacidad para operar desde las cárceles, gracias a la corrupción y al ingreso de teléfonos celulares, les permite mantener una estructura jerárquica que controla desde la violencia hasta la economía informal.

La extorsión es el principal motor económico de estas organizaciones, con más de 1.200 denuncias mensuales oficiales y pérdidas anuales que superan los US$260 millones solo en el sector formal, sin contar el impacto en pequeñas tiendas y transportistas. La imposición de cuotas periódicas, bonos y aguinaldos ilegales reproduce un sistema que funciona como una relación laboral forzada, donde la negativa a pagar puede costar la vida.

Desde la perspectiva de las víctimas, como Alicia, quien perdió a su esposo asesinado por no acceder a los pagos, o Helena, joven comerciante que recibe amenazas constantes, la sensación imperante es de miedo y desprotección. La desconfianza hacia las autoridades policiales es alta, limitando la denuncia y perpetuando la impunidad.

"Los pandilleros se comportan como dueños del barrio", dice Alicia, reflejando el control social que ejercen en los territorios que dominan.

Por su parte, exmiembros como el pastor Edwin Cordón, que fue líder de una clica del Barrio 18, describen la mara como un mundo donde la lealtad y el poder sobre la vida y la muerte marcan la existencia de sus integrantes: 'Sentís un poder absurdo: creés que controlás vida y muerte; una llamada basta para ordenar eliminar a alguien.'

El reclutamiento de jóvenes y menores es sistemático, con rituales violentos de iniciación y la promesa de dinero y pertenencia, aunque a costa de asumir misiones que pueden incluir asesinatos. Las mujeres, aunque relegadas a roles subordinados, tienen una participación significativa en las extorsiones y otras funciones, y también sufren una alta tasa de violencia dentro y fuera de las pandillas.

En el ámbito institucional, la fuga de 20 presos de máxima seguridad vinculados al Barrio 18 ha desatado una crisis política y ha forzado la renuncia del ministro de Gobernación. En respuesta, el Congreso aprobó una ley que declara terroristas a estas organizaciones y endurece las penas por extorsión, además de planificar la construcción de prisiones exclusivas con control tecnológico avanzado.

El presidente Bernardo Arévalo reconoce que, pese a los esfuerzos, la versatilidad y adaptabilidad de las maras dificultan los resultados esperados. La experiencia de El Salvador, con su controvertido régimen de excepción y encarcelamientos masivos, sirve de referencia, aunque las diferencias socio-políticas entre ambos países limitan la replicabilidad directa de ese modelo.

La autonomía de las maras respecto al narcotráfico internacional, a diferencia de otros países latinoamericanos, marca otra diferencia importante: su principal fuente de ingresos sigue siendo la extorsión y no el tráfico de drogas, aunque algunos miembros participan en menudeo subsidiado.

Este fenómeno multifacético plantea un desafío profundo para Guatemala: cómo desarticular estructuras criminales que no solo ejercen violencia brutal, sino que también se han integrado en la economía y la sociedad, con capacidad de infiltración institucional y control territorial.

La solución requiere, según expertos y actores locales, no solo medidas represivas, sino programas integrales de inclusión social, generación de oportunidades y fortalecimiento institucional, para cortar el ciclo de reclutamiento y dependencia que alimenta a estas organizaciones.

En última instancia, la tragedia de las maras es una catarsis colectiva que refleja la fragilidad del Estado y la urgencia de repensar las políticas de seguridad y desarrollo en Guatemala, con la mirada puesta en la reconstrucción del tejido social y la dignidad de sus ciudadanos.

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Fuentes: BBC News Mundo, entrevistas con expertos en criminología y testimonios directos de afectados, análisis de datos oficiales guatemaltecos.