
Un proyecto infantil que nació en la intimidad del hogar y que hoy se propone conquistar el retail chileno y más allá. Así se presenta la historia de Los Tikititos, una marca que combina cuentos, música y personajes monstruosos de colores, creada por Andrea Massú, extenista y emprendedora, junto a la familia Tockus, histórica en la distribución de juguetes en Chile y Perú.
Hace tres años, Andrea Massú comenzó a escribir cuentos para sus hijos, buscando una alternativa a los programas infantiles convencionales, y creó a Los Tikititos, monstruos expresivos y coloridos que captaron la atención de niños y padres. La propuesta se enriqueció con música grabada en estudios de alta calidad y contenido audiovisual, alcanzando más de 4 millones de visualizaciones en YouTube con un marketing modesto.
Pero el camino no fue lineal. En 2023, Massú intentó levantar una healthtech llamada Meydey, que conectaba profesionales de salud con pacientes a domicilio, pero la iniciativa enfrentó barreras regulatorias y de marca, y terminó vendida. Este tropiezo no detuvo su impulso.
Con el apoyo de la familia Tockus, dueños de IM Exporta, una empresa con casi 50 años en la importación y venta de juguetes, la idea tomó fuerza. Se constituyó la sociedad Tiki Toys para desarrollar una línea de productos infantiles que incluye juguetes, artículos electrónicos, ropa y alimentos saludables sin sellos. La alianza busca aprovechar la experiencia en distribución y el conocimiento del retail tradicional.
Desde el punto de vista “trabajamos con la creme de la creme”, afirma Massú, destacando la incorporación de Benjamín Pérez, experto en desarrollo de marca y producto, para fortalecer el proyecto.
El plan es ambicioso: concretar una alianza exclusiva con un retailer para lanzar la primera línea de productos, que ya incluye cámaras de fotos, paraguas, peluches y artículos coleccionables. Paralelamente, lanzaron una línea de snacks saludables con acuerdos firmados con supermercados.
Este proyecto se inserta en un contexto donde la demanda por productos infantiles con identidad local está en crecimiento, impulsada por fenómenos culturales como 31 Minutos y Labubu. “Imagínate lo entretenido que es que un niño pueda escuchar un cuento, ver el producto en el retail, leer el libro, ver el videoclip y comerse la colación”, plantea Massú.
No obstante, la apuesta tiene desafíos claros: la inversión ha sido gigante, y escalar un proyecto 100% nacional en un mercado dominado por licencias internacionales y grandes marcas es complejo. La clave, según las fundadoras, está en un modelo colaborativo y en la capacidad de generar alianzas estratégicas.
Desde el ángulo social, el proyecto también representa un cambio generacional y cultural: Andrea Massú, que pasó de ser una atleta olímpica a emprendedora, refleja cómo las historias personales pueden transformarse en negocios con propósito y arraigo local.
Finalmente, el equipo apunta a expandirse a Latinoamérica, especialmente Perú, donde ya han tenido buena recepción, y sueñan con llegar a plataformas globales como Netflix.
Verdades y consecuencias
Este caso muestra que la construcción de marcas infantiles nacionales puede ser viable pero requiere tiempo, inversión y alianzas sólidas. El fracaso temprano en otro sector (healthtech) no es un impedimento sino un aprendizaje.
Asimismo, refleja la importancia de la identidad cultural en la oferta de productos para niños, un mercado que tradicionalmente ha estado dominado por multinacionales.
Por último, evidencia la necesidad de un ecosistema colaborativo entre emprendedores, distribuidores y retailers para que las propuestas locales puedan competir y escalar.
Fuentes: Diario Financiero (08-11-2025).