
En un giro inesperado dentro del panorama económico global, Chile registró en el segundo trimestre de 2025 una caída del 0,6% en el ingreso real per cápita de los hogares, situándose en el grupo de países con peor desempeño dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Mientras la mayoría de las naciones miembro mostraron crecimiento en sus ingresos y PIB reales per cápita, Chile se desacopló, marcando una alarmante tendencia a la baja que pone en jaque la percepción de estabilidad económica y bienestar social en el país.
La OCDE reportó que, de 19 países analizados, 12 experimentaron aumentos en sus ingresos reales per cápita en el segundo trimestre de 2025, con Polonia a la cabeza con un crecimiento del 3,1%, impulsado por bajas inflaciones y mayores prestaciones sociales. En cambio, Chile y Países Bajos mostraron una caída del 0,6%, siendo los únicos que reportaron una contracción en este indicador.
Este fenómeno no es un hecho aislado: el PIB real per cápita chileno también desaceleró su crecimiento, pasando de un 0,7% en el primer trimestre a un 0,2% en el segundo. Según la OCDE, el aumento de la inflación erosionó las ganancias nominales de ingresos, afectando directamente el poder adquisitivo de las familias.
Desde el espectro político, las interpretaciones divergen y reflejan las tensiones que atraviesa el país. Por un lado, sectores que apoyan al gobierno actual atribuyen la caída a factores externos y coyunturales, como la volatilidad global y la crisis en mercados clave, y defienden las políticas de estabilización implementadas para contener la inflación y proteger a los sectores vulnerables.
“La desaceleración es un llamado a reforzar las políticas sociales y económicas para que el crecimiento sea inclusivo y sostenible”, afirmó un vocero del Ministerio de Hacienda.
En contraposición, la oposición y analistas críticos señalan que la caída es la consecuencia inevitable de un modelo económico que ya no responde a las demandas sociales ni a las realidades estructurales del país. La persistente desigualdad, el estancamiento en salarios reales y la falta de inversión productiva son señalados como factores clave.
“Chile está pagando el precio de años de políticas que priorizan el crecimiento a toda costa sin redistribución ni fortalecimiento del tejido social”, afirmó un economista de la Universidad de Chile.
Las regiones más dependientes de la minería y la agroindustria han sentido con mayor crudeza esta caída de ingresos, exacerbando las brechas territoriales y sociales. Estudios recientes muestran un aumento en la percepción de inseguridad económica y una disminución en el consumo de bienes básicos en sectores medios y bajos.
Además, esta realidad se cruza con otros fenómenos sociales, como la caída en la natalidad y la reducción en la matrícula escolar, que reflejan cambios demográficos y económicos que impactan el tejido social a mediano plazo.
Los hechos demuestran que Chile enfrenta un momento crítico de desacople respecto a sus pares de la OCDE, con una contracción en los ingresos reales de los hogares y una ralentización del crecimiento económico que ya no pueden ser atribuidos únicamente a factores externos.
Este escenario invita a una reflexión profunda sobre la necesidad de repensar el modelo económico, priorizando la equidad y la sostenibilidad social. También pone en evidencia la urgencia de políticas públicas que combinen estímulos al crecimiento con mecanismos efectivos de redistribución y protección social.
En definitiva, Chile se encuentra en un cruce de caminos donde las decisiones que se tomen en los próximos meses definirán no sólo su posición económica internacional, sino la calidad de vida y cohesión social de sus habitantes en los años venideros.
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Fuentes: OCDE (Reporte trimestral de Ingresos y PIB 2025), La Tercera (10 de noviembre de 2025), análisis de expertos económicos nacionales y regionales.