
Estados Unidos puso fin al cierre gubernamental más largo de su historia, tras 41 días de parálisis parcial que dejaron a miles de funcionarios sin sueldo y a millones de ciudadanos en la incertidumbre. El Senado aprobó el acuerdo que reabre la Administración federal el 10 de noviembre de 2025, con una votación de 60 a favor y 40 en contra, gracias al apoyo de ocho senadores demócratas y un independiente que desertaron de sus filas para respaldar una propuesta republicana.
El cierre comenzó el 1 de octubre, producto de la incapacidad del Congreso para aprobar un presupuesto que asegurara el funcionamiento del Gobierno. La disputa giró en torno a la financiación de programas sociales, especialmente los subsidios médicos del Obamacare, cuya extensión era exigida por la bancada demócrata, y que los republicanos se negaban a garantizar.
Durante semanas, la Administración federal vio paralizadas decenas de agencias, museos y parques nacionales, mientras miles de empleados esenciales, como controladores aéreos y personal de seguridad, trabajaban sin recibir sueldo. El tráfico aéreo se redujo en un 10% en 40 aeropuertos principales, provocando más de mil cancelaciones y retrasos masivos.
El giro inesperado fue la ruptura interna del Partido Demócrata. Siete senadores demócratas y un independiente, algunos con posturas centristas y otros con intereses regionales diversos, votaron a favor del acuerdo republicano, desatando críticas severas desde sus propias filas.
"Es el único pacto posible", defendieron en conferencia de prensa, subrayando que el acuerdo incluye la reapertura temporal del Gobierno y la financiación de programas alimentarios para 42 millones de personas. Sin embargo, la mayoría demócrata cuestionó la decisión, acusando a los disidentes de capitular ante una estrategia republicana que sacrifica conquistas sociales por una victoria política.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, quedó debilitado, enfrentando llamados internos para dejar su cargo, tras no lograr mantener la unidad de su bancada. El representante Ro Khanna afirmó que Schumer "ya no sirve" para liderar la lucha contra el aumento de los costos en salud.
El pacto aprobado no incluye la extensión inmediata de los subsidios médicos de Obamacare, una conquista social clave que expirará a fin de año, lo que podría disparar los precios de los seguros para millones de estadounidenses. Aunque se acordó una votación futura sobre el tema, la oposición republicana y la presión de Donald Trump, quien atacó duramente el programa, hacen poco probable su aprobación.
El acuerdo garantiza la reapertura del Gobierno hasta finales de enero de 2026, la financiación de cupones alimentarios y la readmisión con pago retroactivo de empleados federales afectados. Sin embargo, la tregua es frágil y condicionada por la proximidad de nuevas disputas presupuestarias.
Desde la óptica republicana, la victoria es clara: lograron mantener el recorte a programas sociales y demostrar fuerza legislativa pese a tener una mayoría ajustada. Para los demócratas críticos, la derrota es amarga y evidencia una crisis existencial que amenaza la cohesión del partido y su capacidad para proteger a los sectores más vulnerables.
La ciudadanía, por su parte, sufrió las consecuencias del cierre: desde la incertidumbre en servicios básicos hasta el caos aéreo, con miles de vuelos cancelados y familias afectadas. El cierre también dejó al descubierto la fragilidad del sistema político estadounidense, donde la polarización y el bloqueo legislativo se traducen en parálisis y daños sociales.
El fin del cierre gubernamental más largo en EE.UU. no es un triunfo rotundo, sino una tregua temporal que expone las profundas divisiones políticas y sociales del país. La fractura en el Partido Demócrata, la ausencia de solución definitiva para los subsidios médicos y el desgaste político de ambas fuerzas auguran nuevos conflictos en el horizonte.
Este episodio revela una verdad incómoda: en la política estadounidense contemporánea, la gobernabilidad está condicionada por equilibrios precarios y la negociación a menudo se sacrifica en el altar de la confrontación partidista. La pregunta que queda es si, tras esta pausa, los actores encontrarán la voluntad para construir consensos o si la crisis se prolongará, afectando a millones de estadounidenses que dependen del Estado para su bienestar.
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Fuentes: EL PAÍS, CNN, Cooperativa.cl, BBC News Mundo.