
El 18 de octubre de 2019 marcó un punto de inflexión en la historia reciente de Chile. Lo que comenzó como una protesta por el alza del pasaje del metro devino en un estallido social que sacudió las estructuras políticas, económicas y sociales del país. A seis años de aquella jornada, las heridas siguen abiertas y las demandas que motivaron la movilización permanecen en gran medida sin resolver.
Este aniversario no solo invita a recordar, sino a analizar con perspectiva y profundidad las múltiples aristas que componen este fenómeno complejo y multifacético. La narrativa dominante en 2019, que hablaba de una revuelta contra las desigualdades estructurales y la injusticia social, ha ido mutando y fragmentándose, dando lugar a interpretaciones diversas y, a menudo, contrapuestas.
La sociedad chilena se encuentra hoy tensionada entre la persistencia de demandas sociales legítimas —como la mejora en pensiones, salud y educación— y la percepción de un orden público deteriorado, con zonas crecientes bajo el control del crimen organizado, lo que alimenta miedos y polarizaciones.
Desde el campo académico y social, voces como la socióloga Pierina Ferretti advierten que el estallido fue un fenómeno paradójico: quienes más sufren condiciones adversas fueron los que, contra toda expectativa, protagonizaron una movilización inédita. Sin embargo, la articulación de una fuerza social y política capaz de conducir cambios profundos aún está inconclusa, lo que mantiene en suspenso la posibilidad de un destino colectivo hacia la justicia social y la democracia.
“La movilización que no provocamos —aunque la derecha alucine lo contrario— hizo lo suyo, pero nosotros quedamos cortos. Nos faltó sabiduría, escucha, humildad, inteligencia y estrategia”, señala Ferretti, evidenciando las dificultades internas del progresismo para capitalizar el impulso social.
Por otro lado, el análisis del sociólogo Alfredo Joignant recupera la metáfora del caleidoscopio para explicar cómo el estallido social fue percibido y representado de maneras tan disímiles, desde una violencia organizada hasta un movimiento espontáneo y plural. “Todos vimos cosas en el estallido social, y en cada una había razones para creer en ellas, pero detrás de ellas está la convicción sin pruebas, solo fe y doxa tribal”, reflexiona.
Esta multiplicidad de miradas ha derivado en un trauma colectivo que dificulta una memoria compartida y una reconciliación nacional.
En el plano político, la experiencia del proceso constituyente —que buscaba canalizar las demandas sociales— terminó en un fracaso rotundo con el rechazo mayoritario del proyecto en 2022, lo que reafirmó la vigencia del diseño institucional vigente, pero también evidenció la fragmentación y polarización política.
La crisis de representación y confianza en las instituciones es palpable. La ciudadanía expresa una sensación de orfandad institucional y desconfianza hacia los actores políticos, mientras que la inseguridad y la incertidumbre económica atraviesan de manera transversal la vida cotidiana.
Este escenario complejiza la tarea de construir acuerdos y liderazgos que permitan avanzar hacia soluciones sostenibles y justas.
Sin embargo, también existen señales de esperanza y potencial. El diálogo ciudadano promovido por las universidades ha identificado propuestas concretas para mejorar la educación, salud, seguridad y fortalecer la integridad institucional, elementos que pueden ser la base para reconstruir la confianza y proyectar un futuro común.
“La esperanza puede reconstruirse a través de acciones compartidas para proyectar un futuro común”, subrayan Rosa Devés y Juan Carlos de la Llera, rectores de las universidades de Chile y Católica.
El desafío para Chile es convertir esas propuestas y energías en un proyecto colectivo que supere la fragmentación, las heridas del pasado y las incertidumbres del presente.
En definitiva, a seis años del estallido social, Chile se enfrenta a una encrucijada: reconocer la complejidad de su realidad, aprender de sus errores y construir, desde la diversidad y el diálogo, un camino hacia una sociedad más justa, democrática y cohesionada.
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Fuentes:
- Pierina Ferretti, socióloga y directora ejecutiva Fundación Nodo XXI
- Alfredo Joignant, sociólogo y cientista político
- Rosa Devés Alessandri y Juan Carlos de la Llera, rectores Universidad de Chile y Pontificia Universidad Católica de Chile
- Iván Poduje, arquitecto y autor de "Siete Kabezas"
- Observatorio COES, base de datos de conflictos sociales
Este artículo busca ofrecer una mirada analítica y plural sobre el estallido social chileno, alejándose de simplificaciones y promoviendo la reflexión crítica.