
La COP30, celebrada en Belém do Pará, Brasil, marca un hito histórico: la primera vez que la Conferencia de las Partes se realiza en la Amazonia, un bioma vital para el equilibrio climático global. Desde el 1 de noviembre, delegados de América Latina y el Caribe (ALC) se enfrentaron en un coliseo diplomático donde convergieron esperanzas, tensiones y contradicciones, en un escenario marcado por la ausencia de Estados Unidos y el reciente paso devastador del huracán Melissa.
La región, vulnerable y diversa, mostró una vez más sus fracturas internas. Mientras Brasil, como anfitrión, impulsó un discurso pragmático que justifica la explotación de hidrocarburos como financiamiento para la transición energética, otros países y la sociedad civil exigieron un compromiso claro y urgente para abandonar los combustibles fósiles. Claudio Angelo, coordinador de Política Internacional de Observatório do Clima, señala que "somos dos países" en Brasil: uno que promueve la reducción de emisiones y otro que sigue otorgando licencias para la explotación en la Amazonia.
Por su parte, Colombia, México y Argentina presentaron posturas diversas y a veces contradictorias en cuanto a sus compromisos climáticos. Colombia entregó una versión preliminar de sus metas, mientras Argentina, bajo el gobierno de Javier Milei, demoró su presentación, reflejando la complejidad política interna. México, con Claudia Sheinbaum en su primer COP como presidenta, buscó destacar sus políticas climáticas, aunque con desafíos por delante.
Desde el Caribe, organizaciones como la Red Gran Caribe Libre de Fósiles denunciaron la amenaza que representan los nuevos proyectos hidrocarburíferos en sus aguas, proponiendo la declaración del Caribe como zona de exclusión fósil. Carolina Sánchez Naranjo afirma que "Guyana se ha convertido en un petroestado en tiempo récord" y que la región exige que la transición energética sea justa y sin dejar a nadie atrás.
La demanda por justicia climática fue un hilo conductor: no solo se reclama la disminución de emisiones, sino también el acceso equitativo a financiamiento y tecnología. América Latina y el Caribe reciben apenas el 17% del financiamiento climático global, y más del 80% de estos recursos son préstamos, lo que genera una deuda que limita las posibilidades de adaptación y mitigación. Carola Mejía, coordinadora de Justicia Climática en Latindadd, enfatiza que "no se trata de caridad, sino de reparaciones y justicia".
La conferencia reflejó la compleja realidad regional: abundancia de recursos naturales y potencial para energías renovables, junto con desigualdades, intereses económicos contrapuestos y amenazas al equilibrio ambiental. El llamado a la "eliminación gradual" de los combustibles fósiles, aunque significativo, se enfrenta a la realidad de países productores que aún dependen económicamente de estos recursos.
Asimismo, la COP30 puso en evidencia la tensión entre la retórica climática y las acciones concretas, con Brasil autorizando nuevas licencias en la Amazonia mientras se presenta como líder en la defensa del bioma. La inclusión de comunidades indígenas y sus saberes ancestrales fue reivindicada como clave para la protección de la biodiversidad, aunque su reconocimiento efectivo sigue siendo un desafío.
La COP30 confirma que América Latina y el Caribe están en una encrucijada crítica: deben equilibrar sus necesidades de desarrollo con la urgencia climática, en un contexto de recursos limitados y presiones internas y externas. La unidad regional, aunque más visible que en años anteriores, sigue siendo frágil y llena de contradicciones profundas.
Como resume Alejandra López Carbajal, directora en Diplomacia Climática de Transforma: "Tenemos un chance de salir de esta COP con una hoja de ruta clara, pero será un camino complejo y lleno de negociaciones difíciles".
El futuro climático de la región dependerá no solo de los compromisos formales, sino de la capacidad de traducirlos en políticas coherentes, financiamiento efectivo y justicia social. La COP30, en la puerta de la Amazonia, es un llamado urgente: el tiempo para la acción justa y coordinada se está agotando, y la naturaleza no espera.
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Fuentes consultadas:
- El País América (María Mónica Monsalve S.)
- Observatório do Clima (Claudio Angelo)
- Latindadd (Carola Mejía)
- Transforma (Alejandra López Carbajal)
- Climate Watch
2025-11-08