
El derrumbe de un príncipe: El 17 de octubre de 2025, Andrés Mountbatten Windsor anunció su renuncia a sus títulos nobiliarios, incluyendo el ducado de York, en medio de un escándalo que lo vincula con el financista y delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein. Esta decisión, tomada tras años de controversias y acusaciones, no solo significa la pérdida de honores, sino también el desalojo de la residencia real Royal Lodge, donde vivía sin pagar alquiler.
Una amistad que no cesó: Nuevos correos electrónicos revelados en noviembre muestran que, a pesar de la condena de Epstein en 2009, el príncipe mantuvo contacto con él en 2010, incluso planeando reuniones con antiguos asociados del pedófilo. Estos documentos contradicen la versión pública de Andrés, quien había asegurado haber cortado toda relación.
Los testimonios que estremecen: Las memorias póstumas de Virginia Giuffre, víctima emblemática de la red de Epstein, publicadas en octubre, detallan encuentros sexuales forzados con el príncipe cuando ella tenía 17 años. 'El príncipe Andrés creía que tener sexo conmigo era su derecho de nacimiento', escribe Giuffre, describiendo escenas que van desde la mansión londinense de Ghislaine Maxwell hasta la isla privada de Epstein.
Perspectivas encontradas:
- Desde la familia de Giuffre y varias voces políticas en Reino Unido y EE.UU. se exige una investigación judicial profunda y la comparecencia voluntaria de Andrés ante el Congreso estadounidense.
- Por otro lado, sectores conservadores y la monarquía han manejado la crisis con cautela, buscando minimizar el impacto y evitando un proceso formal que exponga aún más a la corona.
- El príncipe Guillermo, heredero al trono, ha tomado distancia pública de su tío y planea excluirlo de eventos oficiales, marcando una clara división interna.
El impacto político y social: Una encuesta británica mostró que el 79% de la población apoyó la decisión del rey Carlos III de despojar a Andrés de sus títulos, aunque un 58% consideró que la reacción fue tardía. El escándalo ha reavivado el debate sobre la transparencia y responsabilidad de la monarquía en el siglo XXI.
Consecuencias visibles y lecciones: La caída del duque de York es más que un episodio de escándalo personal; es un reflejo de cómo las redes de poder pueden proteger y silenciar abusos durante años. La presión internacional y la persistencia de las víctimas han forzado cambios que, aunque limitados, marcan un precedente para la rendición de cuentas en círculos tradicionalmente intocables.
Asimismo, esta crisis ha acelerado el ascenso del príncipe Guillermo como símbolo de una monarquía que intenta renovarse y distanciarse de las sombras del pasado. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es suficiente la renuncia a títulos y el aislamiento social para reparar el daño causado? La historia aún está en desarrollo, y el teatro de la realeza británica continúa desplegando sus actos ante un público global que demanda justicia y transparencia.