En las últimas semanas, el escenario político chileno ha vivido un terremoto silencioso pero profundo: el crecimiento sostenido de Johannes Kaiser y su Partido Nacional Libertario (PNL) ha puesto en jaque la hegemonía tradicional de Chile Vamos y ha tensionado las alianzas y discursos en la derecha. Según encuestas recientes, Kaiser ha escalado hasta alcanzar un 13% de intención de voto, acercándose peligrosamente a figuras consagradas como Evelyn Matthei.
Johannes Kaiser no es un político convencional. Su discurso, que mezcla un fuerte conservadurismo cultural con un liberalismo económico radical, ha capturado a un electorado desencantado con la centro-derecha tradicional. “Chile no se derechizó; la izquierda se volvió loca”, afirmó Kaiser, poniendo en el centro la idea de que su avance no es un viraje ideológico del país, sino el resultado del abandono de amplios sectores por parte de la izquierda y la falta de identidad de Chile Vamos.
El candidato ha sido claro en señalar que la derecha tradicional ha perdido el rumbo, cayendo en un “cosismo” que diluye principios y que ha llevado a una deriva hacia el centro o incluso la centroizquierda. En contraste, Kaiser promete una defensa sin concesiones de la agenda valórica, que para él es el núcleo de la batalla cultural que Chile debe librar para recuperar estabilidad social y política.
Este avance ha generado una suerte de “guerrilla civil” dentro de la derecha, donde libertarios, Chile Vamos y republicanos se disputan no solo espacios electorales sino también la narrativa del sector. Kaiser no oculta su crítica hacia ambos, acusándolos de renunciar a principios fundamentales y de adoptar estrategias que, a su juicio, solo perpetúan la crisis política.
En paralelo, el ex candidato José Antonio Kast ha planteado un “gobierno de emergencia” con un enfoque pragmático, pero Kaiser considera que esta propuesta es insuficiente, pues ignora la batalla cultural necesaria para reconstruir las bases sociales del país. “Simplemente le das un panadol a Chile mientras se está muriendo de cáncer”, ha dicho, subrayando la necesidad de una agenda política que vaya más allá de medidas coyunturales.
Entre las propuestas más controvertidas de Kaiser están la salida de Chile de tratados internacionales como Escazú, la Agenda 2030 y el Acuerdo de París, y un giro radical en política exterior y derechos humanos. Estas posiciones han generado rechazo en sectores tanto dentro como fuera de Chile, incluyendo una crítica dura desde Bolivia a su visión fronteriza.
Además, Kaiser ha planteado la aplicación de estados de sitio en zonas conflictivas como La Araucanía, justificando una respuesta de fuerza frente a grupos armados que, según él, controlan territorios nacionales. Esta postura ha abierto un debate intenso sobre seguridad y derechos civiles, en un país todavía marcado por la violencia y la polarización.
- Desde Chile Vamos, la reacción ha sido ambivalente: mientras algunos reconocen la necesidad de rearticular la derecha, otros ven en Kaiser una amenaza que puede fragmentar aún más el sector.
- En la izquierda, su avance es interpretado como un retroceso peligroso que puede profundizar la exclusión y la confrontación social.
- Ciudadanos y analistas destacan la complejidad del fenómeno: un electorado que busca respuestas claras en medio de una crisis de representación y confianza.
Este fenómeno no es solo un cambio de nombres o candidaturas, sino la expresión de un país que debate su identidad y rumbo en clave de valores, seguridad y soberanía. La irrupción de Johannes Kaiser y el PNL refleja una demanda por proyectos políticos que no solo gestionen la crisis, sino que redefinan las bases culturales y políticas del Chile contemporáneo.
La fragmentación de la derecha y la disputa por su identidad anuncian un ciclo electoral impredecible, donde la batalla cultural y la defensa de principios serán tan decisivas como las propuestas económicas o sociales. La pregunta es si estas tensiones conducirán a una rearticulación sólida o a un desgaste que prolongue la inestabilidad.
En definitiva, el desafío que enfrenta la derecha chilena hoy es una tragedia que se despliega en vivo: un sector que debe decidir si se fragmenta en luchas internas o si logra encontrar un nuevo pacto que le permita ofrecer una alternativa clara y coherente a un país en busca de certezas.