
Venezuela se encuentra en una encrucijada crítica, donde la tensión militar y la fractura diplomática se entrelazan en un escenario que revela las profundas contradicciones y desafíos que enfrenta el régimen de Nicolás Maduro.
Desde el 11 de noviembre de 2025, Venezuela desplegó cerca de 200 mil efectivos militares en todo su territorio, en un ejercicio masivo denominado "Independencia 200". Esta movilización incluye medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos, además de sistemas de armas y la Milicia Bolivariana. El Gobierno chavista justifica esta operación como respuesta a lo que denomina "amenazas imperiales" de Estados Unidos, que mantiene un despliegue naval y aéreo en aguas del Caribe cercanas a Caracas.
En paralelo, la administración estadounidense ha incrementado su presión con ataques contra embarcaciones presuntamente vinculadas al narcotráfico, lo que ha provocado la muerte de decenas de personas y una escalada de tensiones en la región. Informes filtrados indican que Washington ha identificado objetivos militares en Venezuela para posibles ataques, incluyendo puertos y aeropuertos controlados por las fuerzas armadas venezolanas, en una estrategia que combina operaciones encubiertas autorizadas por el presidente Donald Trump y despliegues visibles de fuerzas navales y aéreas.
En este contexto, Rusia ha reforzado su apoyo militar a Caracas, enviando sistemas avanzados de defensa aérea, misiles balísticos y crucero, en el marco de un convenio estratégico bilateral. Este respaldo ha sido interpretado como un contrapeso directo a la presión estadounidense, aumentando la complejidad geopolítica de la crisis venezolana.
La tensión militar se refleja también en la esfera diplomática. En la cumbre CELAC-UE celebrada en Santa Marta, Colombia, Venezuela protagonizó un inesperado "suicidio diplomático" al retirarse a última hora de la firma del documento final. La decisión, que desconcertó a las cancillerías regionales y europeas, se produjo en rechazo al capítulo 14 del texto, que expresaba preocupación por la guerra en Ucrania. Caracas, tradicional aliado de Moscú, cuestionó el texto por considerarlo parcial, pero en un giro sorpresivo, decidió no solo no disociarse de ese punto, sino retirarse completamente del acuerdo, aislándose en un momento de alta vulnerabilidad internacional.
Una alta fuente diplomática calificó esta acción como "un suicidio diplomático inexplicable" y una "locura" en momentos en que Venezuela enfrenta amenazas externas y sanciones crecientes. Desde la Unión Europea, Kaja Kallas, alta representante de Exteriores, señaló la incoherencia de Venezuela al denunciar ataques estadounidenses en el Caribe y negarse a suscribir una declaración sobre un conflicto armado evidente.
En el plano interno, la economía venezolana sufre la doble presión de la crisis estructural y la incertidumbre política. Venezuela cumple un año sin publicar cifras oficiales de inflación, mientras que economistas independientes estiman que la inflación en dólares supera el 20% anual, con una significativa devaluación del bolívar frente a la moneda estadounidense. Esta realidad económica, sumada a la escasez de información oficial, dificulta la planificación financiera y agrava la pérdida de poder adquisitivo de la población.
La combinación de la presión militar estadounidense, el respaldo ruso, la fractura diplomática y la crisis económica configuran un escenario de alta volatilidad para Venezuela. Los ejercicios militares masivos, la activación de planes de defensa integral en varios estados y la movilización de la Milicia Bolivariana, que suma más de seis millones de ciudadanos, reflejan la apuesta de Maduro por una estrategia de resistencia a toda costa.
Sin embargo, esta estrategia también incrementa el aislamiento internacional del país y profundiza las divisiones internas. La liberación reciente de 17 presos colombianos, resultado de negociaciones con la Cancillería de Gustavo Petro, muestra una pequeña apertura en medio del conflicto, pero también evidencia la complejidad y lentitud de los procesos diplomáticos.
En definitiva, Venezuela se enfrenta a una encrucijada donde la defensa militar y la diplomacia disfuncional chocan con una economía en deterioro y una sociedad que paga el costo más alto. La crisis venezolana no solo es un conflicto regional, sino un tablero donde se cruzan intereses globales, ideologías enfrentadas y la lucha por la supervivencia de un régimen bajo presión extrema.
Este escenario plantea preguntas inquietantes sobre el futuro inmediato del país: ¿podrá Caracas sostener su estrategia de confrontación sin sucumbir al aislamiento y la crisis interna? ¿Qué rol jugarán los actores internacionales en la búsqueda de una solución que incluya diálogo y reconstrucción? Y, fundamentalmente, ¿qué destino aguarda a los millones de venezolanos que viven en la incertidumbre y la precariedad?
Solo el tiempo, y la voluntad política de las partes involucradas, darán respuesta a estas preguntas, en un drama que continúa desplegándose con intensidad y consecuencias impredecibles.
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Fuentes: Cooperativa.cl, El País América Colombia, BBC News Mundo, Diario Financiero, EL PAÍS English.