Gustavo Cerati y Vichuquén: un vínculo profundo más allá de la música: El día en que el ícono quiso cantar en un pueblo maulino y encontró un refugio íntimo

Gustavo Cerati y Vichuquén: un vínculo profundo más allá de la música: El día en que el ícono quiso cantar en un pueblo maulino y encontró un refugio íntimo
Cultura
Historia
2025-11-12
Fuentes
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- Gustavo Cerati buscó cantar gratis en la Fiesta de la Bruja del Lago en Vichuquén en 1998.

- La municipalidad local no reconoció inicialmente al músico ni su propuesta.

- El lago y el pueblo se convirtieron en un refugio personal y creativo para Cerati durante los años 90 y 2000.

Un llamado inesperado

A las 10 de la mañana de un día de verano de 1998, Gustavo Cerati marcó el teléfono de la municipalidad de Vichuquén, Región del Maule, solicitando audiencia con el alcalde para ofrecerse a cantar en la Fiesta de la Bruja del Lago, un festival local. La voz potente y segura del ex Soda Stereo sorprendió a Eugenia Rivera, secretaria municipal, quien intentó gestionar la reunión sin saber inicialmente quién era aquel músico que insistía en participar gratis.

"Me impactó su vozarrón; nunca más he oído a alguien hablar así y con tanta seguridad", recuerda Rivera, quien confiesa que el alcalde, Lautaro Calquín, no supo reconocer al artista y se mostró incrédulo ante la propuesta.

Cerati insistió varias veces, con cordialidad pero aumentando el tono, intentando convencer a la autoridad local para concretar su participación. Sin embargo, la gestión no prosperó y el músico desistió de continuar con la idea.

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El refugio sureño de un ícono

El vínculo de Cerati con Vichuquén no se limitó a ese intento frustrado de concierto. Desde 1993, tras casarse con la chilena Cecilia Amenábar, el músico encontró en esta zona maulina un refugio de calma y privacidad.

Cerati y Amenábar frecuentaban la casa familiar de los Granella, a orillas del lago, escapando del ruido y la presión de la fama y las giras agotadoras. En este entorno, Cerati podía caminar descalzo, pasear en bicicleta o trotar hacia la costa de Llico, disfrutando de la sencillez y calidez de la gente local.

"A Gustavo le gustaba el campo, las gallinas, todo lo que fuera del pueblo lo fascinaba", recuerda Cecilia Amenábar, quien destaca cómo el músico bajó su perfil y se integró con naturalidad al grupo familiar y comunitario.

Vecinos aún rememoran a Cerati como un padre cariñoso, respetuoso y cercano, siempre con mate en mano y dispuesto a conversar de cualquier tema. Algunos recuerdan sus tardes componiendo junto al lago, con guitarra en mano, y las improvisadas sesiones musicales con amigos y músicos locales.

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La música que nació en Vichuquén

El entorno natural y la tranquilidad del lago inspiraron varias canciones emblemáticas de Cerati. Temas como "Lisa" y "Crema de estrellas" llevan la impronta del paisaje maulino, y el álbum "Amor Amarillo" (1993) germinó en parte en ese espacio íntimo.

Nelson González, autor del libro "Te Conozco de Otra Vida: Cerati en Chile", señala que Vichuquén fue "una suerte de paraíso" para el músico, un lugar donde buscaba la paz tras años de la histeria de Soda Stereo y donde el amor con Cecilia se consolidó.

Incluso en 2005, la canción "Lago en el cielo" se interpretó como un guiño directo a ese rincón especial, un lugar donde Cerati siempre quiso estar.

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Un gesto de cercanía y la revancha del músico

Aunque su propuesta formal de cantar en la Fiesta de la Bruja del Lago nunca se concretó, Cerati mostró su cariño por el pueblo en otras ocasiones. En el verano de 2002, accedió a un mini recital improvisado para niños del sector, tocando clásicos de Soda Stereo en versión más íntima y soñadora.

Este gesto espontáneo, con Benito, su hijo, observando atento, dejó una huella imborrable en la comunidad.

Además, tras la separación con Amenábar, Cerati siguió visitando Vichuquén para estar con sus hijos y mantener ese vínculo con la tierra y la gente que tanto valoraba.

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La indiferencia municipal y el legado permanente

El episodio del llamado al alcalde y la falta de reconocimiento oficial reflejan un contraste entre la dimensión artística y cultural de Cerati y la realidad local de un pequeño pueblo que no dimensionaba la magnitud del artista.

Eugenia Rivera admite que, siendo joven y sin herramientas para gestionar el asunto, no supo cómo actuar frente a la insistencia de Cerati y la incredulidad del alcalde.

Pero la historia no termina en la frustración: el amor de Cerati por Vichuquén se mantiene vivo en las memorias de sus habitantes y en las canciones que brotaron en ese espacio de calma.

Tras su muerte en 2014, el lago y el pueblo se convirtieron en testigos naturales de su legado, un lugar donde la música y la vida se entrelazaron en un paisaje único.

Gonzalo Leiva, encargado de Turismo local, resume: "Cerati conectó no sólo con el paisaje, sino con la gente de Vichuquén. Aquí se mostró en su lado más íntimo y amable, lejos de la fama".

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Conclusiones

Este episodio revela las tensiones entre la fama global y la realidad local, entre el ícono y el pueblo que lo acoge sin saber del todo quién es. Cerati, en su búsqueda de paz y autenticidad, encontró en Vichuquén un refugio que alimentó su creatividad y su vida personal.

La indiferencia inicial de las autoridades municipales contrasta con el cariño profundo que la comunidad guarda hacia él, evidenciando cómo los grandes artistas pueden vivir y crear en espacios humildes y alejados del ruido mediático.

Finalmente, su historia en Vichuquén nos invita a reflexionar sobre la conexión entre el arte, el lugar y las personas, y cómo estos vínculos, aunque invisibles para algunos, son fundamentales para comprender la dimensión humana detrás del mito.

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Fuentes consultadas: La Tercera (ediciones 2025-11-01, 2025-10-10, 2025-09-29), entrevistas a vecinos y cercanos, testimonios de Cecilia Amenábar, Nelson González (autor de "Te Conozco de Otra Vida: Cerati en Chile"), declaraciones de Eugenia Rivera y Gonzalo Leiva.