
La racionalidad no es exclusiva del ser humano. Un equipo internacional de científicos de Berkeley y Utrech demostró que los chimpancés pueden cambiar de opinión ante nuevas evidencias, una característica del pensamiento racional flexible hasta ahora atribuida solo a humanos y niños de cuatro años. Este hallazgo, publicado en Science, desafía siglos de creencias sobre la exclusividad de la razón humana, mostrando que nuestros parientes evolutivos más cercanos poseen capacidades cognitivas más sofisticadas de lo que se suponía.
"Este tipo de razonamiento flexible es algo que se asocia con niños de unos cuatro años", explicó uno de los investigadores, destacando la profundidad del descubrimiento. La metodología rigurosa descartó explicaciones simples como instinto o sesgos, confirmando que los chimpancés revisan sus creencias en función de la evidencia.
Pero la frontera del conocimiento no se detiene allí. En un giro sorprendente hacia la ingeniería y la biotecnología, investigadores de la Universidad de Massachusetts Amherst han creado una neurona artificial cuya actividad eléctrica imita de forma casi exacta a las neuronas naturales, funcionando con voltajes biológicos de apenas 0,1 voltios. Esto contrasta con versiones anteriores que requerían 10 veces más voltaje y 100 veces más energía.
"Nuestro cerebro procesa una enorme cantidad de datos, pero su consumo de energía es muy bajo, especialmente comparado con los modelos de lenguaje como ChatGPT", señaló Shuai Fu, autor principal del estudio publicado en Nature Communications. Este avance abre la puerta a computadoras bioinspiradas y dispositivos que podrían comunicarse directamente con tejidos humanos, sin necesidad de amplificadores eléctricos que aumentan el consumo energético y la complejidad.
En paralelo, la biocomputación avanza con pasos firmes. En Suiza, el laboratorio FinalSpark desarrolla "wetware": computadoras alimentadas por minicerebros humanos cultivados en laboratorio. Estos organoides neuronales, aunque simples, pueden conectarse a electrodos y responder a estímulos eléctricos, marcando un hito en la integración entre biología y tecnología.
"Cuando empiezas a decir: 'Voy a usar una neurona como una maquinita', se trata de una visión diferente de nuestro propio cerebro y te hace cuestionar qué somos", comentó Fred Jordan, cofundador de FinalSpark. Sin embargo, mantener vivos estos organoides presenta desafíos únicos, ya que carecen de vasos sanguíneos y su vida útil se limita a meses, con patrones de actividad que incluso recuerdan procesos biológicos cercanos a la muerte.
Estos tres desarrollos - el razonamiento chimpancé, la neurona artificial de bajo voltaje y los bioordenadores con minicerebros vivos - no solo amplían el horizonte científico, sino que plantean preguntas profundas sobre la naturaleza del pensamiento, la conciencia y la intersección entre la biología y la tecnología.
Perspectivas divergentes emergen en este campo. Desde el mundo académico, voces como la de Alexis Kalergis destacan cómo el entendimiento del sistema inmune ha revolucionado terapias médicas, mientras que en la neurotecnología se debate sobre los límites éticos y técnicos de integrar biología viva en máquinas. Por otro lado, sectores escépticos advierten sobre los riesgos de la biocomputación y la manipulación genética, llamando a un debate público informado y regulaciones claras.
El debate se extiende a la filosofía y la sociología: ¿qué implica que otros seres y máquinas puedan razonar o aprender? ¿Cómo redefinimos la inteligencia y la autonomía? La ciencia, lejos de ofrecer respuestas definitivas, invita a un diálogo plural y crítico.
Lo cierto es que estos avances confirman que la racionalidad, la inteligencia y la vida son fenómenos más complejos y entrelazados de lo que la visión tradicional humana había concebido. Las consecuencias visibles ya están en marcha: nuevas terapias, tecnologías más eficientes, y una reconfiguración del vínculo entre humanos, animales y máquinas.
En definitiva, el escenario científico actual es un coliseo donde se enfrentan paradigmas, tecnologías y éticas, y donde el espectador llamado lector es invitado a observar con distancia, reflexión y pensamiento crítico el devenir de una era que redefine lo que significa pensar y vivir.