
Un video que nadie quería ver emergió en agosto de 2024, mostrando a soldados israelíes abusando brutalmente de un prisionero palestino en la cárcel militar de Sde Teiman. Las imágenes, filtradas por Yifat Tomer-Yerushalmi, exjefa jurídica del Ejército israelí, revelaron torturas y agresiones sexuales que estremecieron a Israel y al mundo. Más de un año después, el caso no solo sigue abierto, sino que ha desatado una crisis política y social que pone en jaque la credibilidad de las instituciones israelíes y la estabilidad interna del país.
En julio de 2024, un prisionero palestino fue hospitalizado con costillas rotas y graves lesiones tras ser agredido por soldados en Sde Teiman. La Policía Militar israelí identificó a cinco soldados sospechosos, quienes fueron detenidos temporalmente pero luego quedaron en libertad mientras se desarrolla el proceso judicial. La filtración del video, que mostraba la violencia explícita, fue un acto de ruptura dentro del Ejército, impulsado por Tomer-Yerushalmi, quien buscaba contrarrestar lo que ella consideraba "falsa propaganda" contra las fuerzas militares.
El primer ministro Benjamin Netanyahu calificó la filtración como un "ataque propagandístico" que daña la imagen del Estado y sus soldados, minimizando el hecho como un incidente aislado. En contraste, organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, denuncian un patrón sistemático de torturas y abusos sexuales en prisiones israelíes, especialmente en Sde Teiman, donde miles de palestinos están detenidos bajo condiciones opacas y sin acceso a justicia.
"Lamentablemente, este principio básico —que hay actos a los que ni siquiera los detenidos más viles deben ser sometidos— ya no convence a todo el mundo", escribió Tomer-Yerushalmi en su carta de renuncia, reflejando la fractura ética dentro del mando militar.
Por otro lado, algunos soldados acusados, cubiertos y protegidos por órdenes de censura militar, han salido a defenderse públicamente, mostrando orgullo por sus acciones y denunciando un "juicio espectáculo". Esta postura exacerba la polarización social y política, evidenciando un país dividido entre quienes justifican la violencia en nombre de la seguridad y quienes exigen respeto irrestricto a los derechos humanos.
La detención preventiva de Tomer-Yerushalmi y del exfiscal militar Matan Solomosh en noviembre de 2025 marcó un punto de inflexión. La Fiscalía General ordenó una investigación penal, pero el ministro de Justicia Yariv Levin intentó presionar para limitar la participación de la fiscal en el caso, generando un enfrentamiento abierto entre poderes del Estado.
Este conflicto amenaza con convertirse en una crisis constitucional, con la extrema derecha israelí presionando por la liberación de los soldados acusados y cuestionando la legitimidad del sistema judicial. Se especula que el gobierno de Netanyahu podría aprovechar la situación para intentar destituir a la fiscal general, una figura que ha chocado repetidamente con el Ejecutivo.
El caso no es solo un escándalo político, sino la expresión de un sufrimiento profundo. Más de 9.000 palestinos están detenidos en Israel, muchos sin cargos ni juicio, y al menos 77 han muerto en cárceles en los últimos dos años. Los cuerpos devueltos a Gaza muestran signos de tortura extrema, incluyendo amputaciones y quemaduras, según fuentes médicas palestinas.
"Hay un número indeterminado de prisioneros cuyo paradero es desconocido", alertan organizaciones de derechos humanos palestinas, mientras la comunidad internacional observa con creciente preocupación.
Este episodio desnuda las tensiones y contradicciones en el corazón de Israel: un Estado que se declara democrático enfrentado a prácticas que violan derechos fundamentales, y un Ejército que lucha por mantener su imagen mientras algunos de sus miembros cruzan límites éticos y legales.
La filtración de Tomer-Yerushalmi, lejos de ser un simple acto de disidencia interna, se ha convertido en un símbolo de la lucha entre la verdad y la propaganda, la justicia y la impunidad. La crisis institucional que se abre plantea preguntas incómodas sobre el rumbo que tomará Israel y sobre la posibilidad real de reconciliación en un conflicto que parece no tener fin.
En definitiva, la tragedia de Sde Teiman es un espejo de la complejidad y fragilidad del Estado israelí, y un llamado urgente a la reflexión crítica y la responsabilidad ética en tiempos de guerra.
2025-11-05