
El fin de semana largo de comienzos de noviembre 2025 en Chile dejó en evidencia una compleja trama de decisiones, tensiones y resultados que merecen un análisis pausado más allá del ruido inmediato. Entre el jueves 30 de octubre y el domingo 2 de noviembre, el Gobierno implementó el llamado "peaje a luca" en rutas principales como la 68, 5 Norte y 5 Sur, buscando ordenar el masivo flujo vehicular que se estimó en más de 450 mil vehículos saliendo desde la Región Metropolitana.
Este mecanismo, que consistió en una tarifa reducida de $1.000 por tramo en horarios estratégicos, se complementó con restricciones a la circulación de camiones y extensiones horarias en el transporte público, además de un plan de contingencia en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez.
Desde la óptica de las autoridades, la medida logró su propósito de descomprimir los picos de congestión, especialmente durante la tarde del jueves y el domingo al regreso. Sin embargo, voceros de organizaciones de camioneros y transportistas expresaron preocupación por las limitaciones y horarios impuestos, que afectaron su productividad y generaron pérdidas económicas. En paralelo, sectores de usuarios habituales cuestionaron la eficacia del peaje reducido, señalando que la congestión no desapareció en algunos tramos, lo que abrió un debate sobre la planificación vial y la infraestructura disponible.
En el plano social, la decisión de mantener los supermercados y centros comerciales abiertos en horario normal durante el fin de semana largo, a pesar de tratarse de feriados no irrenunciables como el 31 de octubre y 1 de noviembre, generó divisiones. Cadenas como Jumbo, Líder, Unimarc y Tottus operaron entre las 8:00 y 21:30 horas, buscando responder a la demanda ciudadana que no quiso resignar la posibilidad de abastecerse en días festivos.
No obstante, sindicatos y organizaciones laborales manifestaron su rechazo a esta modalidad, argumentando que se vulneran derechos laborales y se precarizan condiciones de trabajo bajo la presión comercial. “El respeto al descanso y la calidad de vida de los trabajadores debe primar, más allá de la lógica del consumo constante”, declaró un dirigente sindical de la Federación de Trabajadores del Comercio. Por otro lado, consumidores y usuarios valoraron la flexibilidad y disponibilidad, especialmente en un contexto donde los feriados irrenunciables son cada vez más escasos.
Este escenario refleja la tensión permanente en Chile entre la búsqueda de eficiencia económica y la protección social, un choque que se manifiesta recurrentemente en la gestión de festivos y movilidad. La experiencia del "peaje a luca" y los horarios comerciales no solo son un episodio aislado, sino una ventana para repensar políticas públicas integrales que consideren infraestructura, derechos laborales y expectativas ciudadanas.
En conclusión, los hechos demuestran que la implementación de medidas como el peaje diferenciado puede aliviar parcialmente la congestión, pero no resuelve las limitaciones estructurales del sistema vial. Asimismo, el funcionamiento normal de supermercados en feriados no irrenunciables evidencia un modelo económico que prioriza la disponibilidad y el consumo, aunque a costa de conflictos laborales y debates éticos.
El desafío que queda sobre la mesa es cómo equilibrar estos intereses disímiles en un país que avanza hacia una sociedad más consciente de sus derechos y necesidades, sin perder de vista la eficiencia y la calidad de vida. La discusión está abierta y los próximos fines de semana largos serán un termómetro para evaluar ajustes y aprendizajes.
Fuentes consultadas: Cooperativa.cl, BioBioChile, La Tercera, declaraciones de dirigentes sindicales y autoridades del Ministerio de Obras Públicas.