
En la histórica ciudad de Gyeongju, Corea del Sur, se desarrolló entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), un escenario donde convergieron poderes globales y se dirimieron tensiones que marcarán el futuro del comercio internacional y las relaciones diplomáticas en la región.
El presidente chileno Gabriel Boric, único mandatario latinoamericano presente, encabezó la delegación nacional en lo que fue su última participación en este foro antes de dejar el cargo en marzo de 2026. Su presencia no solo simbolizó la continuidad del vínculo de Chile con Asia-Pacífico, sino también la apuesta por fortalecer la inserción comercial en un bloque que representa el 60% del PIB mundial y casi la mitad del comercio global.
Desde Seúl, Boric lideró un seminario empresarial y visitó el Instituto de Ciencia y Tecnología de Corea (KIST), además de sostener un encuentro con el exsecretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, en un contexto donde Chile impulsa la candidatura de Michelle Bachelet para dirigir la ONU. La comitiva chilena incluyó a ministros y representantes de sectores clave como la agricultura, energías renovables y exportación de frutas y carnes, lo que refleja un esfuerzo multifacético para consolidar la presencia chilena en la región.
Chile, que se incorporó a APEC en 1994, ha visto crecer su intercambio comercial con sus miembros a una tasa promedio anual del 7,9%, alcanzando en 2024 los 122.703 millones de dólares. Si APEC fuera un solo país, sería el principal socio comercial de Chile, con un 66,9% del comercio total, según datos oficiales.
Pero la cumbre no solo fue un foro económico. En sus márgenes, se produjo un esperado y tenso encuentro bilateral entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y China, Xi Jinping. Este fue el primer cara a cara desde que Trump retomó la presidencia en enero de 2025. La reunión, que tuvo lugar el 30 de octubre, estuvo marcada por la persistente fricción comercial y la preocupación estadounidense por el tráfico de fentanilo originado en China, tema que Trump anunció sería su primera pregunta a Xi.
Desde la perspectiva estadounidense, la guerra comercial iniciada por Trump con aranceles y restricciones a la exportación de tecnología a China ha dado paso a una fase de negociaciones y acuerdos preliminares, como el reciente pacto para permitir que TikTok opere en Estados Unidos. Sin embargo, la relación sigue siendo compleja y está atravesada por desconfianzas y acusaciones mutuas.
Corea del Sur, anfitriona de la cumbre, buscó posicionarse como un puente para la cooperación y la innovación en Asia-Pacífico, en un momento de incertidumbre global. La ausencia de otros presidentes latinoamericanos, como el de Perú, sumido en crisis social e institucional, destacó el rol protagónico de Chile y México (representado por su secretario de Economía).
Desde el ámbito chileno, las voces se dividieron. Algunos sectores políticos y empresariales valoraron la participación de Boric como un acierto estratégico para mantener y ampliar mercados, mientras que críticos señalaron que la cumbre no abordó suficientemente temas sociales y ambientales que afectan a la región.
En tanto, expertos en relaciones internacionales advierten que el encuentro Trump-Xi, aunque modesto en resultados inmediatos, representa un replanteamiento de las dinámicas de poder en el Pacífico, donde Estados Unidos busca contener la expansión china sin renunciar a la competencia económica.
En conclusión, la cumbre APEC 2025 se cerró como un escenario donde convergieron la diplomacia, la economía y la geopolítica, con Chile jugando un papel relevante en la región Asia-Pacífico y con la tensión entre las dos grandes potencias marcando la agenda global.
Como señaló un analista internacional consultado, "este encuentro fue menos un punto final y más un capítulo en la compleja historia de rivalidades y alianzas que definirán el siglo XXI".
Chile enfrenta ahora el desafío de capitalizar su inserción en APEC, mientras navega las incertidumbres de un mundo donde la cooperación y la competencia conviven en un delicado equilibrio.