
Una sacudida que no cesa
Desde septiembre hasta finales de octubre de 2025, Chile ha experimentado una serie constante de movimientos sísmicos de magnitudes moderadas, especialmente en la zona norte y el altiplano, con eventos reportados de hasta 4.3 grados en Socaire y Ollagüe. El 29 de julio se registró un sismo de 4.3 a 35 km al norte de Socaire, mientras que en octubre se sucedieron múltiples temblores, algunos sobre 3.5 grados, que han mantenido en alerta a comunidades y autoridades.
Esta persistencia ha generado un escenario de tensión social palpable, donde la población alterna entre la resignación histórica y el temor a un terremoto mayor. En este contexto, la pregunta esencial es: ¿Chile está preparado para un evento sísmico de gran magnitud?
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Perspectivas científicas: entre la certeza y la incertidumbre
El Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, junto con otras instituciones internacionales, confirma que la actividad es consistente con el comportamiento esperado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde convergen las placas de Nazca y Sudamericana. “La acumulación de energía tectónica es una realidad, pero predecir el cuándo y el dónde sigue siendo un desafío científico”, señala la geóloga María Fernanda Rojas.
Sin embargo, voces críticas dentro de la comunidad científica advierten sobre la necesidad de reforzar los modelos predictivos y la comunicación pública. Algunos especialistas plantean que la actual secuencia podría ser un preludio de un evento mayor, mientras otros sugieren que se trata de una liberación gradual de energía, que podría reducir el riesgo inmediato.
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El gobierno y la política: promesas y críticas
El gobierno ha reforzado los protocolos de emergencia y la difusión de recomendaciones a través del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), que insiste en la importancia de la preparación ciudadana. “La seguridad de la población es nuestra prioridad y hemos incrementado los simulacros y recursos para la respuesta rápida”, declaró la ministra de Interior.
No obstante, la oposición y organizaciones sociales denuncian que las medidas son insuficientes y que la inversión en infraestructura resistente sigue siendo baja. “No basta con simulacros; necesitamos viviendas seguras y un sistema de alerta eficiente que llegue a todas las comunidades, incluyendo las rurales y más vulnerables”, enfatiza el diputado Hugo Salazar.
En regiones como Antofagasta y Atacama, donde los movimientos han sido más sentidos, la desconfianza hacia la capacidad estatal para gestionar emergencias se ha intensificado, reflejando una brecha histórica entre el centro político y las periferias.
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Ciudadanía y sociedad civil: entre la ansiedad y la acción
En barrios urbanos y pueblos del norte, la gente ha adoptado una actitud dual: por un lado, el cansancio ante la recurrencia de los temblores menores; por otro, un creciente interés en la educación sísmica y la autoorganización comunitaria.
Organizaciones vecinales han impulsado talleres y simulacros propios, mientras que plataformas digitales amplifican la difusión de consejos y experiencias. Sin embargo, la ansiedad y el estrés son evidentes, especialmente en personas mayores y niños.
La narrativa pública se ha enriquecido con testimonios que van desde la confianza en la resiliencia nacional hasta el reclamo por mayor justicia social en la distribución de recursos para la prevención y reconstrucción.
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Conclusiones: verdades y desafíos permanentes
Chile vive una temporada sísmica intensa, que pone a prueba no solo la geología sino la estructura social y política del país. La evidencia confirma que la preparación ciudadana y estatal ha avanzado, pero también revela profundas desigualdades y brechas en la gestión del riesgo.
La incertidumbre científica sobre la magnitud y el momento del próximo gran terremoto persiste, lo que obliga a mantener una vigilancia activa y una comunicación transparente.
Finalmente, la experiencia acumulada en estas semanas subraya la necesidad de un enfoque integral: que combine ciencia, política, infraestructura y fortalecimiento comunitario para enfrentar con mayor eficacia el desafío sísmico histórico de Chile.
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Fuentes: Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), declaraciones políticas oficiales, entrevistas a expertos en geología y gestión de riesgos, reportes de medios nacionales.