Schalper y Boric: la pelea que revela la fractura política y su impacto en la gobernabilidad chilena

Schalper y Boric: la pelea que revela la fractura política y su impacto en la gobernabilidad chilena
Actualidad
Política
2025-11-12
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- Confrontación pública entre un diputado RN y el Presidente Boric en actos oficiales.

- Diferencias ideológicas que trascienden el debate parlamentario y afectan la imagen del país.

- Consecuencias visibles en la percepción ciudadana y en la dinámica política nacional.

Una disputa que no es solo personal, sino un síntoma de la polarización que atraviesa la política chilena. El 5 de noviembre de 2025, durante la ceremonia de promulgación de la ley que crea el Servicio Nacional de Acceso a la Justicia y Defensoría de las Víctimas, el Presidente Gabriel Boric lanzó una frase que no pasó desapercibida: "Schalper no para de pelear", en alusión al diputado de Renovación Nacional, Diego Schalper. La escena, que provocó risas entre los asistentes, se convirtió en un nuevo episodio de la tensa relación entre ambos actores políticos.

Para entender el trasfondo de esta confrontación, es necesario remontarse a semanas antes. El 28 de octubre, Schalper había emplazado públicamente a Boric a "comportarse como jefe de Estado" en la cumbre APEC en Corea del Sur, criticando la actitud del mandatario frente a líderes internacionales, especialmente en relación con sus duras críticas a Donald Trump. Este llamado puso en evidencia no solo un choque personal, sino una disputa de visiones sobre el rol de Chile en el escenario global y la estrategia política interna.

Perspectivas en pugna

Desde la derecha política, representada por Schalper y RN, se sostiene que la confrontación es necesaria para marcar diferencias claras con la izquierda y defender los intereses de sectores como los emprendedores y las víctimas. "La política también tiene que ver con marcar las diferencias; nosotros vamos a pelear siempre con la izquierda en aquellas cosas que le hacen mal al país", afirmó Schalper en respuesta al comentario presidencial. Esta visión enfatiza la necesidad de una oposición firme que actúe como contrapeso, incluso si ello implica un estilo confrontacional.

En cambio, desde el oficialismo y sectores progresistas, la crítica apunta a que esta actitud perpetúa la polarización y dificulta la gobernabilidad. Boric, al señalar la constante pelea de Schalper, buscaba poner en evidencia la falta de disposición al diálogo y la insistencia en la confrontación como estrategia política, lo que, según sus partidarios, obstaculiza acuerdos necesarios para avanzar en reformas sociales y económicas.

Impacto regional y social

En regiones y entre la ciudadanía, esta disputa ha generado un desgaste en la percepción sobre la clase política. Encuestas recientes muestran un aumento en el desencanto con la política tradicional, con una mayoría que reclama menos confrontación y más soluciones concretas a problemas como la desigualdad, seguridad y desarrollo económico.

El episodio también refleja un desafío mayor: cómo construir una agenda común en un país dividido, donde la política se ha convertido en un campo de batalla permanente. Las tensiones entre Boric y Schalper son un espejo de esas fracturas, que se manifiestan tanto en el Congreso como en la opinión pública.

Constataciones finales

La confrontación entre Diego Schalper y Gabriel Boric no es un hecho aislado, sino parte de una dinámica política que dificulta la gobernabilidad y la construcción de consensos. Ambas posturas, aunque irreconciliables en apariencia, expresan preocupaciones legítimas: la defensa de valores y proyectos distintos para Chile.

El desafío para el país es encontrar mecanismos que permitan canalizar estas diferencias sin que se traduzcan en parálisis o desgaste institucional. La ciudadanía, por su parte, observa con creciente escepticismo, demandando mayor responsabilidad y menos espectáculo en la política nacional.

En este escenario, la pregunta que queda es si los actores políticos están dispuestos a dejar de lado las peleas públicas para priorizar el diálogo y el interés común, o si la polarización seguirá marcando el ritmo de la democracia chilena.