
Un duelo en el centro del ring político chileno se ha venido desarrollando con creciente intensidad en las últimas semanas, a medida que la elección presidencial se acerca. En el epicentro, el Presidente Gabriel Boric y sus principales críticos de derecha —Evelyn Matthei y José Antonio Kast— protagonizan un enfrentamiento que ya no se limita a propuestas, sino que se ha transformado en una batalla de discursos, cifras y acusaciones que reflejan la fractura del país.
El 6 de noviembre, José Antonio Kast cerró su campaña en Viña del Mar con un discurso marcado por la crítica directa a Boric, acusándolo de "proteger a un abusador" en referencia al caso Monsalve, y de no dejar ningún legado en materia de empleo y seguridad. En un podio antibalas, Kast no solo cuestionó la gestión del mandatario, sino que también apeló a un electorado desencantado, prometiendo transparencia total y una auditoría exhaustiva en caso de llegar a La Moneda.
Por su parte, Evelyn Matthei y su equipo intensificaron su tono contra el gobierno en la recta final de la campaña, con el jefe de campaña Diego Paulsen calificando al Ejecutivo como un "gobierno de atorrantes" incapaz de entregar soluciones concretas. Esta frase, aunque criticada desde el oficialismo por su falta de respeto, fue respaldada por Matthei, quien afirmó que el fondo de la crítica es compartido y que el gobierno ha mostrado ineficiencia y falta de empatía con el sufrimiento ciudadano.
En medio de esta ofensiva, se desató una controversia sobre la tasa de interés hipotecaria que el Presidente Boric habría obtenido para su vivienda. Kast y Matthei señalaron que Boric habría accedido a una tasa del 2%, un dato que fue desmentido por verificaciones posteriores que establecieron que la tasa real fue del 3,47%, cifra que, aunque favorable comparada con el promedio del mercado en ese momento (4,38%), dista del 2% mencionado.
Este episodio no solo expuso la utilización de datos imprecisos como munición política, sino que también evidenció la sensibilidad del electorado a temas de acceso a la vivienda y justicia económica.
Otro punto de fricción ha sido el desempleo, donde Kast acusó al gobierno de generar "más desempleo que nadie en los últimos 15 años" y criticó el apoyo oficialista a la candidatura de Jeannette Jara, responsable del área laboral. Esta acusación ha sido contestada desde el oficialismo, que destaca esfuerzos y políticas para la recuperación del empleo, aunque el debate refleja percepciones encontradas sobre la gestión económica.
Desde las distintas trincheras, las voces ciudadanas y expertas también se han hecho sentir. Algunos sectores sociales ven en las críticas de la derecha una oportunidad para un cambio de rumbo, mientras que otros advierten que el discurso polarizado profundiza la fractura social y dificulta la construcción de consensos.
Como señaló la presidenta del Frente Amplio, Constanza Martínez, "cuando se acaban las ideas, aparecen los insultos y el clasismo. Nosotros preferimos trabajar por Chile, no mirar en menos a su gente". En contraposición, desde Chile Vamos, la senadora Ximena Rincón defendió el derecho a criticar con firmeza, recordando que "este gobierno destruyó la dignidad del cargo y vulneró la autoridad de las instituciones desde el día uno".
¿Qué se puede concluir de este enfrentamiento?
Primero, que la campaña presidencial de 2025 ha sido escenario de un desencuentro profundo que supera la mera competencia electoral para reflejar tensiones sociales y políticas arraigadas.
Segundo, que la utilización de datos y hechos, como la tasa hipotecaria de Boric, ha sido instrumentalizada para moldear narrativas, lo que obliga al electorado a un ejercicio crítico para distinguir entre verdad y manipulación.
Finalmente, que la polarización y la escalada retórica, aunque movilizan a los sectores más duros, también pueden alienar a votantes moderados y aumentar la incertidumbre sobre el futuro del país.
En este coliseo político, donde cada palabra es un golpe y cada cifra una espada, el público observa atento, consciente de que las consecuencias de esta batalla definirán el rumbo de Chile en los años venideros.