
El adiós a Héctor Noguera ha sido un momento de confluencia y confrontación para la cultura chilena. El reconocido actor falleció el pasado 28 de octubre de 2025, a los 88 años, tras una batalla de meses contra un cáncer agresivo. Sin embargo, su partida no solo marca el fin de una era en las artes escénicas nacionales, sino que también pone en escena las múltiples facetas de su legado y las tensiones que este suscita entre distintos sectores sociales y culturales.
A pesar de su avanzada edad y enfermedad, Noguera se mantuvo activo hasta poco antes de su muerte, participando en teleseries como "Aguas de Oro" y en obras teatrales de gran convocatoria, como "No me deje hablando solo". Su compromiso con la formación artística también se reflejó en los talleres de actuación que dirigía en el Teatro Camino de Peñalolén, espacio que él mismo fundó.
Su hija, la actriz Amparo Noguera, describió en entrevistas la dignidad con la que enfrentó sus últimos días y destacó su justicia y generosidad como rasgos fundamentales: "Me gustaría que lo recuerden como un hombre justo, profundamente justo de verdad". Además, agradeció las facilidades otorgadas para que continuara trabajando pese a su enfermedad.
El presidente Gabriel Boric declaró duelo nacional y lo calificó como 'un gigante del teatro y la cultura chilena, cuyo legado es indeleble'.
Desde la academia y la escena cultural, el reconocimiento es unánime. El decano de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica, Alexei Vergara, afirmó: "Fue fundamental para el teatro chileno, un símbolo permanente". La directora de la Escuela de Teatro de UNIACC, María Helena de Oliveira, resaltó su aporte en la formación y gestión cultural.
Sin embargo, no todos los sectores comparten una visión completamente laudatoria. Algunos críticos han señalado que su trabajo en teleseries, aunque popular, se inscribe en un modelo televisivo que a veces reproduce estereotipos y fórmulas poco innovadoras. Noguera mismo expresó cierta distancia crítica hacia los remakes de los años noventa, señalando que los originales siempre prevalecen en la memoria colectiva.
En ámbitos más sociales, su figura también suscita reflexiones sobre la relación entre la cultura y la justicia social. Su vínculo con el Padre Hurtado, recordado en su autobiografía y entrevistas, muestra una faceta menos conocida: su formación en un colegio jesuita donde el compromiso con los más vulnerables era un valor central. Algunos sectores ven en esta conexión un llamado a reflexionar sobre la responsabilidad ética de los artistas en la sociedad chilena contemporánea.
El velorio de Noguera se realizó en el Templo del Campus Oriente de la Pontificia Universidad Católica, con una masiva concurrencia que mostró la transversalidad de su impacto. Actores, académicos, autoridades y ciudadanos comunes participaron en un homenaje que fue a la vez celebración y duelo.
Amparo Noguera pidió orden y respeto para la despedida, subrayando que su padre fue un hombre que vivió intensamente hasta el final, dejando una huella que trasciende generaciones.
El fallecimiento de Héctor Noguera es más que la pérdida de un actor emblemático. Es la oportunidad para un debate profundo sobre el rol de la cultura, la memoria y la justicia en Chile. Su vida y obra revelan tensiones entre la tradición y la innovación, entre la popularidad masiva y la crítica artística, entre el compromiso social y la carrera profesional.
En definitiva, Noguera deja un legado que no se reduce a sus premios o sus papeles en pantalla y teatro, sino que invita a repensar cómo el arte dialoga con la historia y la sociedad chilena, con sus luces y sombras. Como dijo su hija, la memoria que se construya será seguramente más rica y compleja que cualquier elogio simplista.
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Fuentes consultadas: La Tercera, Cooperativa.cl, El Mercurio, declaraciones oficiales de Gobierno, entrevistas a Amparo Noguera, análisis culturales y testimonios de colegas y académicos.