
El domingo 26 de octubre de 2025, ocho aspirantes a La Moneda se enfrentaron en un debate transmitido por Canal 13, un evento que prometía definir el rumbo de la elección presidencial que se aproxima. Este encuentro fue el último antes de la inscripción oficial de candidaturas y se desarrolló en un clima de alta expectación y polarización.
Desde entonces, el análisis ha madurado y se ha enriquecido con múltiples perspectivas que permiten comprender no solo quién se destacó en términos de oratoria o propuestas, sino también cómo este debate refleja las tensiones y desafíos que atraviesa Chile.
Ocho figuras políticas, desde la derecha hasta la izquierda, pasando por movimientos independientes y emergentes, se presentaron con estilos y estrategias divergentes. Algunos apostaron por la confrontación directa, buscando marcar diferencias claras, mientras otros intentaron un discurso más conciliador y programático.
Ignacio Imas, gerente de Asuntos Públicos de Imaginacción, señaló en el programa Desde la Redacción de La Tercera que "la clave estuvo en la capacidad de conectar con un electorado cansado de polarizaciones, pero también exigente en propuestas concretas".
Desde la derecha, la lectura predominante es que su candidato principal logró consolidar su imagen de liderazgo firme y experiencia, capitalizando el descontento con la gestión actual. Sin embargo, voces críticas advierten que su discurso pudo reforzar la división social.
En la centroizquierda, la evaluación es más fragmentada. Algunos analistas destacan la claridad programática de ciertos candidatos, mientras que otros señalan la falta de unidad y la dispersión de mensajes como un lastre para su desempeño.
La izquierda y los movimientos sociales valoraron la presencia de temas de justicia social y derechos humanos, aunque reconocen que la confrontación con posturas conservadoras limitó la profundización de propuestas.
El debate no solo fue un espectáculo político, sino un espejo de las tensiones regionales y sociales que atraviesan Chile. En el norte, la agenda minera y ambiental marcó un punto de debate, mientras que en el sur, la cuestión indígena y de autonomía territorial cobró protagonismo.
Una dirigente mapuche consultada señaló: "Este debate mostró que aún hay mucho por avanzar en reconocimiento y diálogo, pero también evidenció la distancia entre las élites políticas y las demandas territoriales".
Con la perspectiva que otorga el tiempo, se puede afirmar que este debate fue más que un ejercicio retórico; fue un reflejo de las fracturas y esperanzas del Chile contemporáneo. Los candidatos que lograron equilibrar firmeza y conexión con el electorado emergieron fortalecidos, mientras que aquellos que apostaron a la polarización extrema enfrentan un desafío para ampliar su base.
Además, la diversidad de temas regionales y sociales abordados anticipa que la próxima administración deberá enfrentar una agenda compleja y multifacética, donde la capacidad de diálogo y la inclusión serán clave.
Este episodio, lejos de cerrarse con la transmisión, se mantiene vivo en la opinión pública y en el análisis académico, invitando a una reflexión profunda sobre el futuro político del país.
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Fuentes:
- Análisis y debate en Desde la Redacción, La Tercera (2025-10-28)
- Entrevistas con actores sociales y expertos políticos
- Observatorio electoral y seguimiento de medios nacionales