
Un pulso político en plena campaña presidencial chilena ha dejado en evidencia las tensiones entre las fuerzas conservadoras y moderadas del país. El 26 de octubre de 2025, durante un debate televisado por Canal 13, Evelyn Matthei, candidata de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos, evitó confirmar un respaldo a José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, en un eventual balotaje. Su respuesta, más que un rechazo directo, fue un giro estratégico que busca consolidar su propia candidatura para la segunda vuelta.
Matthei aseguró estar "absolutamente convencida" de que será ella quien avance a la segunda vuelta, destacando que Chile necesita "dejar de lado este ir de un extremo a otro extremo" y enfocarse en las preocupaciones reales de la ciudadanía: seguridad, empleo y salud. Este posicionamiento marca un distanciamiento claro del discurso más radical que Kast representa, y abre un espacio para un centro derecha más pragmático y menos polarizante.
Desde el ala más dura de la derecha, seguidores de Kast interpretan la postura de Matthei como un intento de diluir la fuerza del republicanismo y evitar una alianza que podría consolidar un bloque conservador más sólido. "Matthei está jugando a dos aguas, pero la base republicana no se vende al centro," señala un dirigente del Partido Republicano.
Por otro lado, sectores del centro político y la izquierda ven en la estrategia de Matthei una oportunidad para romper con la polarización que ha marcado la última década en Chile. "Es un llamado necesario a la responsabilidad política, que prioriza soluciones sobre ideologías extremas," comenta una analista política de la Universidad de Chile.
El distanciamiento de Matthei respecto a Kast no solo es un juego electoral, sino que refleja tensiones profundas en regiones donde el discurso republicano ha ganado terreno gracias a preocupaciones legítimas sobre seguridad y empleo. En el norte y sur del país, la ciudadanía manifiesta desconfianza hacia la clase política tradicional, lo que alimenta tanto la radicalización como el rechazo a ella.
Una dirigente social de la Región del Biobío advierte: "La gente quiere soluciones concretas, no discursos que los dividan más. La política debe escuchar más y confrontar menos."
Este episodio exhibe un momento clave en la política chilena: la tensión entre la necesidad de un liderazgo que canalice demandas sociales urgentes y la tentación de los extremos que prometen soluciones rápidas pero divisivas. Matthei, al posicionarse como la candidata que dejará atrás los extremos, apuesta por un espacio político que busca estabilidad y pragmatismo.
Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos. La falta de un respaldo claro a Kast puede fragmentar el voto de derecha, mientras que la ciudadanía observa con escepticismo promesas que parecen evitar compromisos firmes.
En definitiva, la candidatura de Matthei y su rechazo a los extremos abren un escenario electoral que invita a reflexionar sobre el futuro político del país: ¿será posible un Chile que supere la polarización y se centre en las necesidades reales de su gente? Por ahora, la batalla por la segunda vuelta está servida, y sus protagonistas se enfrentan en un coliseo donde la moderación y la radicalización pugnan por definir el rumbo nacional.